Silvia, jefa de sala; y David, el chef, en el sorprendente local de Segorbe. David Marqués |
La cocina no es algo ajeno para David. De hecho, se crió entre fogones, ya que su bisabuelo ya era cocinero, sus abuelos también, y sus padres tenían un bar-restaurante de cocina tradicional en Torres Torres (Valencia). El es pues la cuarta generación, comenzando con ayudas en el negocio familiar de sus padres antes de dar el salto para estar al frente de su propio negocio al darse cuenta que la cocina era sui pasión, pese a que sus pasos en la formación académica original se dirigieron al magisterio musical.
Hace unos 8 años, junto a su pareja, alquiló en Segorbe un local, que reformaron de arriba a abajo para poner en marcha su sueño. Su vínculo con el Alto Palancia viene de atrás, pues David estudió aquí y paso parte de su infancia entre Matet, y Altura...
Ahora, con su buen hacer, una inversión y la ayuda de los fondos Leader, solicitada con el asesoramiento del Gal Castellón Sur 14-20, decidieron comprar el local alquilado. Pero estalló el covid-19 y pasarían muchos meses antes de reabrir sus puertas con una oferta de gastronomía sostenible, de proximidad y calidad. Ilusión y diversión forman parte del nombre del negocio.
En el restaurante trabajan ocho personas, entre cocina y servicios administrativos, pero también contribuyen en el día a día de muchos ganaderos, agricultores y productores agroalimentarios. Aproximadamente medio centenar de productores de aceite, vino, turrón, queso, frutas, hortalizas o pescadores les sirven cada día sus productos frescos. La propia Guía Repsol 2023 lo recomienda y define como un restaurante «atrevido y sorprendente, que juega con los productos de la zona y los presenta de forma original, algo nunca visto en esta zona rural».
David, el chef, en la cocina; y Silvia, como jefe de sala, dan servicio a unos 60 comensales y en temporada alta lo tienen lleno con semanas de antelación, por lo que la experiencia no puede ser más positiva.
El jurado que ha otorgado el premio, ha valorado del restaurante La Farola como “uno de esos casos en los que un local se reinventa y con él la vida del tándem al frente, pues José Vicente supo tomar la iniciativa para dar un nuevo rumbo al antiguo bar familiar y María abandonó su trabajo como bióloga para dar rienda suelta a su gran pasión. En el diáfano local, con una gran cava acristalada y un cuidado interior, encontrará una interesante carta y un menú que exalta el recetario del Alto Palancia, con sabrosos platos de base tradicional puestos al día y algunas opciones, más atrevidas, que buscan la inspiración en otras latitudes. ¡Variada carta de vinos!”.
Además de sus famosas estrellas a las que muy pocos pueden acceder, la Guía Michelín reconoce y recomienda muchos otros restaurantes que merecen el sello de calidad que significa aparecer en sus listados. A través de categorías como Bib Gourman o Restaurante Recomendado, los inspectores reflejan la excelencia de numerosos establecimientos que presumen orgullosos de tal reconocimiento. Unas distinciones que, en la edición 2024 van acompañadas de su correspondiente placa como símbolo tangible que identifica y da visibilidad a los restaurantes a pie de calle, y que reconoce una cocina de calidad de la mano de un chef e incentiva la actividad de estos negocios como dinamizadores económicos y turísticos para que los apasionados por la gastronomía puedan disfrutarlos.
José Vicente Garnés y María Adrián destilan felicidad porque la Guía Michelin "es mucha guía", pero ello les motiva para seguir adelante con más ánimo con el que afrontar el "trabajo, trabajo y más trabajo” que esa responsabilidad les conlleva.
Con el espíritu de afán de superación que traslucen dichas palabras no resulta difícil intuir que comer o cenar en La Farola Restaurante seguirá siendo toda una experiencia, tanto para las papilas gustativas como para el resto de sentidos del cuerpo, máxime sabiendo que cada plato que sirven va acompañado de una sonrisa y una mirada amable.
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