El resto de premiados, en las diferentes categorías, han sido: Mejor leche fermentada y cuajada para la Cuajada de Masía Els Masets (La Torre d´en Besora, Castellón), Mejor Queso Fresco el Queso fresco de cabra de Granja Rinya, Mejor Queso de coagulación láctica o mixta para el vencedor Peña Blanca de Los Corrales (Almedíjar, Castellón), el Mejor Queso de pasta prensada de cabra el Pell Florida de Quesos de Catí (Catí, Castellón), el Mejor Queso de pasta prensada de oveja el Queso Tronchón de Quesos de Catí y el Mejor Queso de pasta prensada de vaca: Queso curado de vaca de Quesería San Antonio de Callosa d´en Sarrià (Alicante).
La singularidad del queso ganador den esta edición, el Peña Blanca, constituye un estilo específico que toma por nombre oficialmente como Sierra de Espadán. A muchos no les sonará, es lógico, lleva tan solo unos lustros de existencia y menos de uno reconocido por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su catálogo oficial de los Quesos de España. Para entrar en ese listado, en el que se encuentran quesos tan populares como el Manchego, Tetilla o Cabrales, el queso debe presentar particularidades específicas de ingredientes, técnicas de elaboración e incluso de su entorno ambiental..
La historia de todo esto comenzó cuando Ángel Valeriano aprendió a hacer quesos en Extremadura y más tarde en Altura. Alcanzada la maestría, en 1989 se avecinó en el pueblo castellonense de Almedíjar en el corazón de la Sierra de Espadán, para fundar junto con Maite Regidor la quesería Los Corrales.
Los Corrales
buscaron durante años que el queso incorporara sabores y aromas propios
de la Sierra de Espadán y dándole otra peculiaridad inusual en este
tipo de técnica, su tamaño y peso, ya que alcanza cada pieza los dos
kilogramos; además de que tuviera una textura más sólida. Se elaboran
fermentos autóctonos para su coagulación, y también se aprovechan
bacterias locales para que conformen su corteza natural.
El Peña Blanca pasa una semana de oreados con volteados diarios y luego en la cava de maduración pasa un mínimo de 40 días a la que se le suma un mes en la cámara fría. El resultado en la cata: corteza natural de tonos marfil y ocre, debido a los mohos naturales que actúan en su madurado; al corte la pasta es de color marfil, un tanto blanda y con algunos ojos pequeños. Aromas lácteos mezclados con hongos y bosque húmedo; al paladar resulta levemente granulado y muy mantecoso; de regusto intenso. Un premio bien merecido, sin duda.
Fuente: Chema Ferrer - Las Provincias
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