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jueves, 17 de junio de 2021

EL CORCHO Y SUS USOS, UNA POSIBLE SALIDA ECONÓMICA A CORTO-MEDIO PLAZO

El corcho, una alternativa laboral sostenible para neorrurales en la Sierra de Espadán, encabezado por el proyecto Suberlab, que organiza talleres para trabajar este material tradicional e impulsar la creación de una cooperativa para preservar los alcornoques, la biodiversidad de la zona y sus "ecosaberes"

La Sierra de Espadán es conocida por sus frondosos alcornocales. El aprovechamiento de su corteza, el corcho, está ligada a esta tierra desde hace siglos. La extracción del corcho forma parte de la herencia cultural de sus habitantes. Así es como presenta el Parque Natural de la Sierra de Espadán una actividad que prepara desde hace años para que el público familiar conozca la ‘saca del corcho’.

Sin embargo, aunque esta sierra cuenta con el mayor bosque de alcornoques de la Comunitat Valenciana, la realidad es que en la actualidad el corcho prácticamente solo se utiliza para la fabricación de tapones para vinos y licores (unos 20 millones anuales proceden de aquí). La pérdida de otros usos tradicionales, sumado al éxodo de muchas personas de sus pueblos a la ciudad, está dejando un paisaje con cada vez más alcornoques abandonados. 

 


Esta tendencia es la que pretende revertir Suberlab, un proyecto impulsado por la Societat d’Amics de Espadà (SASE), con el apoyo de Bankia y Fundació Caixa Castelló. El nombre ya es toda una declaración de intenciones: “súber”, la denominación en latín tanto para el alcornoque como para el corcho, y “lab”, de laboratorio, como espacio permanente de formación y creación con este material.

Uno de sus impulsores, Víctor Bayona, cuenta que los alcornoques (o sureres, en valenciano) crecen en zonas de rodeno, una arenisca roja y ácida. Históricamente, en la Sierra de Espadán se han ocupado valles, ombrías y barrancos húmedos. A finales del siglo XIX, toda la sierra estaba abancalada: tenían cultivos de secano, como almendros, olivos y mucha viña. Pero cuando entró la filoxera y arrasó con toda la uva de la península, aquí se decidió, viendo la demanda de los tapones para vinos, plantar alcornoques en los bancales.

Eso explica que haya muchos en zonas que no le corresponden y no óptimos para el árbol, como lugares muy altos y en solana. Pero la gente los cuidaba porque era uno de los ingresos del verano, ya que la época de la ‘saca’ comienza en junio y se realiza con hacha, varas de olivo y tacos de almez.

En la actualidad, la pérdida de parte de los usos tradicionales del corcho está dejando un paisaje de alcornoques que están cogiendo enfermedades porque no se cuidan o porque están abandonados, degradando el bosque de alcornoques por el abandono de la actividad agroforestal. A eso se le suma que el pino está ahogando los alcornoques y colonizando su terreno, provocando que mengüe mucho la biodiversidad, porque el bosque de pino es menos biodiverso que el de alcornoque y pino. 

Los alcornoques dan de comer a muchas especies, como los jabalíes, y si se abandonan las fincas de alcornoques, acabarán desapareciendo. Además, la Sierra de Espadán es un Parque Natural que tiene su razón de ser en el bosque de alcornoques, ya que es su característica y su valor más importante, pues es una isla en todo el territorio valenciano.

SASE, como Asociación ecologista y conservacionista, está preocupada por el corcho y por recuperar el ecosaber del trabajo del corcho que en la sierra ha sido históricamente muy importante y se ha perdido. De hecho, la Asociación Arrelaires hizo un mapeo de “ecosaberes” que concluyó que ya nadie trabajaba el corcho en la Sierra de Espadán, más allá de los tapones en las fábricas.

Por eso, Suberlab quiere recuperar esos conocimientos, pensando especialmente en esas personas que con la pandemia están volviendo a los pueblos o son nuevos pobladores, y para los que el corcho puede ser una fuente de ingresos para complementar su economía.

Para poner en marcha e impulsar el proyecto, sus organizadores primero viajaron por otros territorios del corcho para conocer el trabajo de los artesanos. Les llevó a Girona, Extremadura, Andalucía y Portugal. Después de entrevistarse con ellos, algunos han acudido a la Sierra de Espadán a compartir sus saberes en los talleres que se están haciendo desde abril. También cuentan con un blog con información de todo tipo relacionada con el corcho y la artesanía, que cuenta con un grupo de interés de unas 60 personas.

Desde abril y hasta la fecha se han hecho cinco talleres y todos se han completado, lo que demuestra que hay interés. Algunos participantes incluso han participado en todos los diferentes que se han hecho. De esta forma, se acercan al objetivo que es crear un grupo de 4-5 que acaben apostando por el corcho como salida laboral.

Con ellos, a finales de junio, se hará una residencia creativa en el Albergue La Surera de Almedíjar, donde se intentará aprovechar las dinámicas generadas para fomentar la constitución de un emprendimiento cooperativo con aquellas personas dispuestas a apostar por el corcho de la Sierra de Espadán.

Hasta ahora han utilizado el corcho para crear objetos muy diversos: desde una banqueta hasta cajas, tallas de animales, collares, atrapasueños o imanes para la nevera. Pero todavía queda lejos lograr los usos de antaño, cuando este material estaba muy presente en las casas de la Sierra de Espadán como objetos decorativos, macetas para plantas, neveras para hielo, aislante de paredes e incluso colmenas. Pero dejó de utilizarse por el petróleo y la aparición de los plásticos, que dieron un sustituto económico y muy accesible, algo que también afectó a otros materiales como el cáñamo o la caña.

Hoy, sin embargo, el corcho puede dar ingresos por la revalorización de la artesanía y de los productos locales, ya no solo para turistass, sino para los vecinos y vecinas que quieran recuperar este material tradicional en sus casas.

Además, es bueno recuperar estos saberes porque se acabará el petróleo y nos harán falta cuando ya no podamos importar los recursos y alimentos a bajo coste como hacemos ahora y habrá que hacerlos nosotros con materiales locales.

Cabe recordar que el corcho es un material natural renovable, ya que tras su extracción, el alcornoque se va regenerando por sí mismo. Después de unos 12-15 años, el corcho se puede volver a sacar del árbol.

Fuente: Raquel Andrés Durà - La Vanguardia

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