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sábado, 4 de noviembre de 2017

LA BIBLIA VALENCIANA SE CONSERVA COMPLETA EN PARÍS

La Hispanic Society de Nueva York guarda la dos hojas que hasta ahora se creía que eran las únicas que se habían salvado de la primera biblia traducida del latín al valenciano. Pero la Biblia Valenciana sí está completa, aunque dispersa. El único ejemplar íntegro se conserva en la Biblioteca Nacional de París. Hay otros parciales en la Biblioteca Mazarina, en la Colombina de Sevilla, en Barcelona y en el British Museum.

Hace años que se viene repitiendo, sin ninguna crítica o reflexión, que de la Biblia Valenciana, traducida del latín a la lengua valenciana en la cartuja de Portacoeli, en el siglo XV, sólo se conserva dos hojas, una de ellas la del colofón, halladas entre los restos de unos escombros de una alquería, que sirvió de almacén a determinados despojos del monasterio tras su desamortización y saqueo por la autoridad civil.

Hojas que, por cierto, pertenecen a un incunable de 1478, que contienen parte de los capítulos XX y XXII y todo el capítulo XXI del Libro del Apocalipsis de San Juan y que son conservadas no en Valencia, sino, menos mal, en la Hispanic Society de Nueva York.

Y no es cierto, como tampoco lo es que fuera traducida por fray Bonifacio Ferrer, lo que siempre se ha dicho con extraordinaria ligereza. Una simple lectura del epílogo de la obra de la famosa hoja nos orienta. Dice textualmente así: «Acaba la Biblia molt vera e católica: treta de una biblia del noble mossen berenguer vives de boil cavaller: la qual fon trellada de aquella propia que fon arromançada en lo monastir de portaceli de lengua latina en la nostra valenciana per lo molt reverend micer bonifaci Ferrer, germa del benaventurat sanct vicent Ferrer de lorde de pricadors: en la qual translacio foren e altres singulars homes de sciencia».


La frase «en la qual translacio foren e altres singulars homes de sciencia» indudablemente está refiriéndose a fray Bonifaci Ferrer, pero también a San Vicent Ferrer y a otros hombres de ciencia, probablemente latinistas y escrituristas. Lógicamente un equipo que debió ser grande en cantidad y calidad, como en buen se haría en la actualidad dotada con tanta tecnología, difícil de que lo hiciera una sola persona, Bonifacio Ferrer, por lo demás muy ocupada en múltiples menesteres.
Tampoco es verdad que no quede de aquella Biblia Valenciana más que dos hojas, noticia a la que nos hemos conformado irremediablemente siempre, sin pensar en la posibilidad de que algunos ejemplares de algo tan valioso pudiera haber sobrevivido a la despiadada Inquisición o al tiempo.
 

Retablo de los Sacramentos (Museo Bellas Artes de Valencia): En la predela, aparece este retrato de Bonifacio Ferrer, junto a dos de sus hijos difuntos, con la cartuja de Portaceli al fondo.
Cierto es que en Valencia no tenemos nada de ella, no lo hemos descubierto, no lo sabemos, hasta el momento, pero en la Biblioteca Nacional de París hay unos cuantos codex: una Biblia completa (siglo XV) en tres gruesos volúmenes, un volumen (1461),que contiene la primera mitad del Antiguo Testamento, un volumen (siglo XIV) con el Nuevo Testamento y cuatro volúmenes (siglos XIV, XV y XVI) que contienen cada uno de ellos un Salterio de David. También en París, Biblioteca Mazarina, tienen un incunable, que contiene los cuatro Evangelios.

Puede que a Francia llegaran estas preciadas piezas de nuestra primera producción bibliográfica literaria del siglo XVI, el Siglo de Oro de la Lengua y Literatura Valencianas, en los carromatos que contenían el botín de los saqueos de iglesias y conventos que los gabachos hicieron durante la Guerra de la Independencia. Recordemos como ejemplos del expolio sufrido que sólo de la zona de Valencia se llevaron detenidos más de 1.500 frailes a Francia y los principales lienzos del convento dominico de Algemesí acabaron vendidos por los franceses a los zares de Rusia y hoy pueden ser contemplados en el Museo de L'Ermitage de San Petersburgo.


E incluso se podría llegar a afirmar que esa Biblia Valenciana puede ser la que conservaba la Cartuja de Valldecrist, pues es sabido que uno de estos ejemplares se encontraba entre sus fondos bibliográficos, y de este cenobio las tropas francesas ya se llevaron también el Portulano de Mecià de Viladestes, conservado -curiosamente- en la misma Biblioteca Nacional de Francia. 





Portulano Mecià de Viladestes. Biblioteca Nacional Francia

 














Si se le quiere seguir la pista a la Biblia Valenciana, se puede ir al British Museum de Londres, donde se conserva un manuscrito (1465) con la primera mitad del Antiguo Testamento de la Biblia Valenciana. A Sevilla, donde en la Biblioteca Colombina se encuentra un manuscrito (siglo XIV) del Salterio de David (112 salmos) y dos pasajes del Nuevo Testamento. Y en Barcelona tienen un volumen, el Codex del Palau (1480) con los cuatro Evangelios.

Al menos éstas son las investigaciones que realizaron los eruditos sacerdotes valencianos mossén Josep Alminyana Vallés, rector de San Esteban, i el jesuita Josep Costa, quienes lograron la información y se empeñaron en conseguir que de alguna manera, facsímil por ejemplo, se pudiera recuperar y publicar la Biblia Valenciana, ambiciosa y justa pretensión, que intentaron con denuedo, dieron algunos pasos, pero que no pudieron conseguir antes de fallecer por falta de apoyo e interés de quienes podían y debían patrocinar el proyecto, la cultura oficial. 

En 2019, se celebrará el VII Centenari de la mort del Pare Sant Vicent Ferrer, ya que se cumplirán 700 años de que falleciera el santo dominico y no hay atisbos de que nada se esté moviendo para celebrarlo. La ciudad de Valencia siempre destacó por la solemnidad con que celebró los años centenarios del santo patrón de Valencia y su histórico Reino. Recuperar la Biblia Valenciana, al menos en facsímil, sería un buen objetivo de tal efeméride, pues no todo debería ser efímero, barroco, tracas, paellas, procesiones y cabalgatas.

En ello está, de momento en solitario, el editor e impresor Josep-Manuel Romeu Quiles, quien siempre ha sido muy vicentino, en el centro de su imprenta nunca ha faltado un Sant Vicent, y ha sido incluso Clavario del Altar de san Vicente del Barrio del Carmen. Estuvo hace años moviendo hilos, preparando contactos para ver si lograba romper con el maleficio de los mitos negativos infundados y poner la Biblia Valenciana al alcance de los valencianos, con todo lo que ello supone de potencial escriturístico y lingüístico. Nuestras Academias, la RACV y la AVL, nuestros biblistas, tendrían un buen banco de datos con esta magna obra del siglo XV, de las primeras que entraron en la primera imprenta española del Portal de Valldigna.
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