Morella, Cinctorres y Bejís reclaman ayudas para impulsar sus dinosaurios.
Los alcaldes exigen al Consell subvenciones para conservación y tener voz en la nueva red de museos.
Los municipios de Castellón que cuentan con museos de restos paleontológicos, como Morella, Cinctorres o Bejís, reivindican ante el Consell el valor de sus colecciones y demandan inversiones para poder aprovechar este patrimonio y atraer visitantes al interior. Mediante subvenciones, esperan desarrollar proyectos, albergar los recursos que se hallan en sus zonas, así como tener un papel activo en las políticas culturales sobre los valiosos yacimientos de dinosaurios.
Estas peticiones llegan tras el lanzamiento de la nueva Red de Museos y Colecciones Museísticas de Paleontología de la Comunitat Valenciana, que nació con un convenio entre dos partes: la Universitat de València y la Generalitat. Una plataforma que no tiene por ahora inversiones previstas.
El alcalde de Morella, Rhamsés Ripollés, se muestra “optimista” con el instrumento, pero pide a la Consellería que cuente con los paleontólogos de la comarca y con los museos y ayuntamientos. “Estamos abiertos a la colaboración, disponibles para todo”, indica. Y defiende la “potencia” de la paleontología y sus posibilidades como “dinamizador turístico y para crear ocupación”.
También recalca que seguirán pidiendo que haya inversiones cara a “recuperar proyectos y actuaciones para que las piezas que se encuentren no se vayan fuera y se puedan trabajar desde aquí”.
Sobre esta cuestión, el alcalde de Cinctorres, Antoni Ripollés, informa del taller conjunto de ocupación, que quieren lanzar con Morella, de restauración de piezas de dinosaurios. “Estamos avanzando para que sea una realidad en el norte de la provincia”, señala el munícipe, quien se muestra “preocupado” porque no se les ha tenido en cuenta en este inicio de la red. “Esperamos que haya buena sintonía”, señala.
Desde Bejís, su alcaldesa, Josefa Madrid, expone sus quejas por la falta de ayudas este año para acciones sobre paleontología.
Fuente: El periódico Mediterráneo. Miguel Agost
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