Varios desprendimientos y las chumberas de la ladera ponen en grave peligro la integridad de este bimilenaria fortaleza. Un grupo de voluntarios se ha puesto a retirar las chumberas, y el Ministerio acturará en dos lienzos de muralla.
El amplio perímetro amurallado del castillo de Sagunto, que cubre
casi un kilómetro de la ladera que lo siluetea, ha sufrido en los
últimos meses varios desprendimientos. La escasez de intervenciones de
rehabilitación y consolidación de estructuras en estos últimos años en
un entramado tan vasto como castigado por el tiempo es la peor lacra que
arrastra el Monumento Nacional bimilenario.
Uno de los últimos derrumbes se ha producido en el tejado de «la
ermita de Santa Magdalena, levantada sobre una antigua mezquita del
siglo XV. Parte del techo se ha venido abajo y si no se repara irá
cayendo por completo. Otro desplome se ha producido dentro del pabellón de tropa, una
construcción posterior de época napoleónica, que está situada en el lado
sur de la plaza de Almenara.
Pero este no es, ni mucho menos, el único ‘achaque’ que acumula la
veterana acrópolis. Se pueden contabilizar otros muchos derrumbes de
periodos anteriores. Algunos se han reparado pero la mayoría,
lamentablemente, no. Estas fisuras aceleran el desgaste de las
estructuras más próximas y el deterioro sigue avanzando a paso rápido.
A esta situación se suma el estado en el que se encuentra el tan
reclamado centro de visitantes del castillo, cerrado a cal y canto y sin
inaugurar desde hace ahora tres años por falta de una red que lleve la
luz hasta el complejo. La infraestructura que debía de haber dado el espaldarazo turístico
definitivo al conjunto arqueológico saguntino, que cada año visitan unas
100.000 personas, costó un millón de euros y ha sido objetivo constante
de robos y actos vandálicos. Pasarelas, focos y barandillas han
sucumbido a la falta de uso y a los amigos de lo ajeno. Y eso queen 2012 el Consell Valencià de Cultura (CVC) ya lamentó el
«estado de abandono» que arrastraba el centro de visitantes y la
acrópolis y pidió cooperación entre las Administraciones para resolver
el problema lo antes posible.
De momento, el Ministerio de Cultura está a punto de intervenir en dos degradados tramos, como ya se informó en este mismo blog. La restauración se llevará a cabo el próximo año
en la zona de acceso y oeste de la plaza de San Fernando, con un
presupuesto total previsto de 571.773 euros, aunque este año sólo se han
destinado 21.773 para la redacción del proyecto, fase en la que se
encuentra el citado plan. La entrega del proyecto se producirá a mediados de este mes y las
obras arrancarán en el primer tramo de 2014, tras la licitación.
El objetivo es consolidar y restaurar la zona de acceso actual al
castillo y el lienzo de la zona oeste de la plaza de San Fernando para
evitar el peligro de desprendimientos sobre personas, así como para
asegurar la integridad del Bien de Interés Cultural ( BIC).
Junto al actual de acceso, se actuará en un recodo de muralla formado principalmente por fábricas de tapial de tierra y mampuestos que presenta grietas verticales y con importantes pérdidas de sección por su cara interior. También se eliminará un punto negro con nuevos elementos de seguridad para evitar caídas desde la plataforma superior.
En el caso de la zona oeste de la plaza de San Fernando se va a intervenir en un lienzo de fábrica de tapial en estado de degradación avanzado.
Mientras la acrópolis aguanta los avatares del tiempo y la falta de
presupuesto con dificultades, un proyecto ideado por el Ayuntamiento
promete frenar el avance de otro de los históricos enemigos del
castillo: las chumberas.
Esta especie invasiva ha colonizado todo el cerro. Sus potentes
raíces y su crecimiento descontrolado se han convertido en otro
problema, pues erosionan el suelo sobre el que se asientan las antiguas
construcciones. La introducción de un insecto llamado Cochinilla
algodonera, la próxima primavera, iniciará el retroceso de este cactus.
Vecinos limpian el castillo de Sagunto de chumberas para frenar su deterioro.
Pero esta labor ya la vienen desempeñando desde hace tiempo un grupo de saguntinos, que decidió voluntariamente ponerse manos a la obra para
tratar de paliar la situación de abandono que padece, desde hace
décadas, el Monumento Nacional bimilenario que preside y siluetea su
ciudad.
Estos ‘jardineros’ y empleados de mantenimiento especiales y
voluntariosos del viejo castillo de Sagunto actuan desde el pasado mes de marzo. Una veintena de personas fijas y medio
centenar de trabajadores ‘eventuales’ se han dedicado a desbrozar y
retirar residuos y paleras o chumberas que afeaban y dañaban diversos
tramos del entorno de la acrópolis. Los trabajos se han desarrollado ya
en tres extensas zonas pero «todavía queda mucho por hacer», explica
Paco Herraiz, el alma mater de esta original iniciativa.
Este saguntino decidió hace tres años poner su particular granito de
arena con su tiempo y esfuerzo. "Empecé a limpiar algunas zonas, donde
veía que las paleras estaban avanzando y provocaban daños. Además, hago
fotografías de todo el proceso y si veo cualquier resto o algo
susceptible de tener interés arqueológico o histórico, enseguida llamo a
los responsables del museo. Soy tremendamente respetuoso con el
patrimonio y la historia. Yo sólo quiero ver mi ciudad bonita y sus
monumentos como se merecen, nada más», apunta.
Este ‘ángel de la guarda’ del patrimonio saguntino compró poco
después un pico y una azada, guantes y otras herramientas y fue
contagiando su espíritu a otros vecinos que también se han sumado a la
obra y están siguiendo su ejemplo. «Nos juntamos por grupos y nos
llevamos nuestras herramientas y bolsas de basura, para trabajar siempre
por fuera del recinto, claro, pero con la intención de que la
vegetación invasiva no llegue o dañe la zona arqueológica. Limpiamos y
retiramos residuos y avisamos de cualquier incidencia».
Varios informes arqueológicos elaborados en el tiempo respecto a la
situación del castillo de Sagunto y el estado de sus muros alertaban ya
hace una década de los riesgos que comportaba la creciente vegetación
que cubre toda la ladera del castillo. Las paleras o chumberas «tienen
muchísima fuerza y acaban creciendo por debajo de los muros de la
fortificación o empujándolos, de forma que, al final, con la lluvia y el
deterioro del firme, se produce el derrumbe de parte de un muro
milenario. Por eso, nuestra tarea es ante todo preventiva», destaca este
antiguo trabajador de Altos Hornos.
Este grupo de trabajo ha actuado en tres puntos, el camino que lleva
de la zona del aparcamiento hasta la muralla de Santa Ana, desde dicha
muralla hasta el Puente del Dos de Mayo y «en el entorno del mismo
frente, que fue la zona por donde saltó Aníbal y Suchet, los dos
ejércitos más poderosos que han sitiado el castillo».
Paco Herraiz asegura que se trata de un trabajo «muy laborioso porque
no podemos cavar y hay que hacerlo todo con guantes. Primero despalamos
la chumbera, luego la podamos y cuando llegamos a la raíz, la
retiramos». Este trabajo ha permitido recuperar varias sendas «que
estaban desaparecidas» y rescatar entornos del monumento».
Fotos: Fco Herraiz
Fuente: Marina Costa / Las Provincias - Blog Restauración y Gestión del Patrimonio
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