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jueves, 9 de noviembre de 2023

LA ZAFIRINA COPA BUENA PARTE DE LA ACTIVIDAD TEATRAL DEL ALTO PALANCIA CON SU PROYECTO "ESCRITOS PARA NO OLVIDAR(ME)"

La Zafirina ahonda en la importancia de reivindicar la escritura femenina en "Cuando el tiempo no tenga ya memoria", que se estrenará el próximo 17 de noviembre en Navajas, e irá de gira por teatros y espacios no convencionales, como bibliotecas y claustros. La iniciativa se completa con una iniciativa llamada Escritos para no olvidar (me), que incluye actividades paralelas, como un encuentro de escritoras, un taller de escritura epistolar, coloquios y una residencia de investigación en el Alto Palancia, y que este fin de semana tendrán lugar en Altura y Viver.

El nuevo espectáculo de la compañía La Zafirina habla de mujeres que desafiaron todas las leyes, convencionalismos y tradiciones para ejercer una profesión, la de escritora, vetada durante muchos siglos a la mujer. Cuando el tiempo no tenga ya memoria detalla la relación de dos mujeres a través de su correspondencia.

La obra, cuyo estreno está previsto el próximo 17 de noviembre en Navajas y el 18 se representará en Geldo, forma parte de una iniciativa llamada Escritos para no olvidar (me), que engloba actividades para acercar las artes escénicas y otras formas artísticas este otoño e invierno a los vecinos del entorno rural. 

Mafalda Bellido y Sergio Serrano crearon en 2016 la compañía teatral La Zafirina en el Alto Palancia. Después de desarrollar diversos espectáculos para sala y girar por todo el territorio estatal, la pareja profesional ha decidido iniciar un proyecto escénico contemporáneo que alivie las carencias culturales de los municipios de esta comarca de Castellón.

La propuesta inicial fue acercar a los núcleos de población más pequeños un espectáculo de calidad y que las necesidades técnicas no fueran un impedimento para que los municipios pudieran disfrutar en igualdad de condiciones que en cualquier ciudad grande de una propuesta teatral. Un texto potente, dos actrices y dos lámparas es lo único que necesitan para poner en escena esta obra, de la que ya se han realizado unas primeras lecturas dramatizadas en Altura, Segorbe, Teresa, Viver, Rocafort o Serra.

El texto consta tanto de una versión de sala como de una para espacios no convencionales, como bibliotecas, salas de exposiciones y claustros. La única diferencia será la disposición del público. 


La finalidad es convertir el espectáculo en un proyecto de dimensión social a partir de los temas que se tratan, como la ruralidad, la condición de ser mujeres o la literatura y generar vínculos entre cultura, reflexión, población, procesos creativos y ciudadanía.

En Cuando el tiempo no tenga ya memoria, los escritos de sus protagonistas permiten conocer sus vidas durante el final del verano de 1970 en un pequeño pueblo del interior. Las misivas se convierten en el refugio de ambas amigas para intentar hacer frente al contexto en el que les ha tocado vivir y las dificultades que tienen para dedicarse a su vocación.

Años después, en la actualidad, estas cartas aparecen en la biblioteca del pueblo donde aquellas mujeres pasaron el estío. La bibliotearia las encuentra en un libro y rápidamente llama a una amiga periodista, con la intención de que las lea. La literatura, la poesía, el mundo rural y la condición de ser mujer se mezclan en esta relación epistolar que trata sobre la importancia de la escritura, el amor, los cuidados, el proceso de empoderamiento femenino y el cambio vital de sus vidas.

La obra nació con la idea de realizarla con la mayor intimidad posible, que el público estuviera a dos bandas, muy cerca de las actrices, y con una iluminación basada únicamente en bombillas. En la versión para espacios no convencionales se apuesta por esta disposición e iluminación, mientras que en la versión para teatros que no permitan tener al público a ambos lados, se utiliza una iluminación más teatral y algunos cambios de vestuario.

Así, a lo largo de la trama se van citando a referentes de la literatura femenina: clásicas como la mesopotámica Endeuana y la poeta de la Antigua Grecia Safo, pioneras en nuestro país, caso de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Cristina de Pizán, María de la O Lejárraja y María de Zayas, y autoras que son contemporáneas de las protagonistas, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute y Josefina de la Torre, entre otras.

El proyecto ha tomado un nuevo impulso después de la concesión de las ayudas culturales para entornos rurales del Institut Valencià de Cultura y los fondos Next Generation. Como resultado, Escritos para no olvidar (me) también está desarrollando actividades surgidas en torno a la obra en distintos municipios del Alto Palancia.

La iniciativa ha incorporado a artistas y personalidades del mundo de la cultura vinculados a la comarca, desde ilustradoras como Meluca Redón hasta escritoras como Rosario Raro. Así mismo, trabajan en materias de fotografía, música o ilustración otras artistas y compañeras, como Patricia Vargas, Isabel Latorre y Marta Pina.

En Teresa y en Segorbe ha habido coloquios posteriores a la función, moderados por Alicia Sellés, bibliotecaria y documentalista que forma parte del patronato de la Biblioteca Nacional de España (BNE). En Navajas, ha tenido lugar una residencia de investigación para transformar esta lectura dramatizada en una obra de teatro. Viver será la sede el 10 de noviembre de un encuentro intergeneracional de escritoras de géneros diferentes, entre las que se encuentra la joven poeta Sara Gil Ballestar. Y Altura ha sido la sede de un taller de escritura epistolar en la que sus participantes han aportado cartas de sus antepasados, y del que el 11 de noviembre se realizará una lectura pública.

La idea es generar puntos de encuentro y debate entre los vecinos de los municipios, donde abordar la creación artística en el mundo rural, generando nuevos públicos, acercando la literatura a través de encuentros interdisciplinarios con otras artistas de gran repercusión en el panorama estatal, así como fomentar la lectura y dinamizar las bibliotecas Las actividades culminarán con un coloquio posterior a la representación de Cuando el tiempo no tenga ya memoria en el Palacio de los Duques de Medinaceli en Geldo.

La Zafiriña

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