Un alga que se halla en la Sierra de El Toro desmonta el paradigma de que los líquenes son asociaciones simbióticas entre un hongo y un alga
Trebouxia sp TR9 |
Investigadores del Instituto Cavanilles de la Universitat de València (UV) han descubierto la coexistencia de una gran diversidad de microalgas simbiontes en los talos de los líquenes, un trabajo que abre nuevas vías a la investigación evolutiva, medioambiental y biotecnológica.
Esta aportación, que acaba de publicar la revista 'Plos One',
desmonta el viejo paradigma de que los líquenes son asociaciones
simbióticas entre un hongo y un alga, concepto modificado también hace
pocos meses por el hallazgo de levaduras en estos microecosistemas,
según un comunicado de la UV.
Tradicionalmente, los líquenes se han descrito como organismos
simbióticos mutualistas resultantes de la estrecha interacción entre un
hongo y al menos un fotobionte (microalga verde y/o cianobacteria), que
es el encargado de llevar a cabo la fotosíntesis, y sus talos son
considerados como microecosistemas peculiares.
Un hallazgo reciente, que mereció la portada de la revista 'Science',
constataba la presencia de levaduras en los talos, lo que acababa con
el viejo paradigma que describía los líquenes como producto de la
simbiosis entre un hongo liquenizado y una sola microalga.
Estudios previos, realizados por este equipo de la UV dirigido por la
catedrática de Botánica Eva Barreno, ya detectaron la confluencia
recurrente de al menos dos microalgas -Trebouxia sp TR9 y Trebouxia
jamesii- en el interior de los talos del liquen Ramalina farinacea, en
poblaciones de la península ibérica, Canarias y Norteamérica, aunando
distintas técnicas microscópicas y moleculares.
Asimismo, demostraron que dichos organismos responden de manera muy
sensible y diferenciada al estrés medioambiental y, por tanto, su
coexistencia sería ventajosa para que el liquen pueda adaptarse a
condiciones ambientales extremas.
Por ello, se ha secuenciado el genoma completo del alga Trebouxia sp
TR9 que es la más resistente, a partir de una población de la Sierra de
El Toro, en Castellón. El estudio que publica Plos One pone en evidencia la presencia de
una asombrosa diversidad de microalgas en estos organismos, donde se
alojan muchas especies raras, o aún desconocidas, que actúan como
productores primarios en los microecosistemas de estas simbiosis.
"Muchas de las especies encontradas y desconocidas hasta ahora tienen
aplicaciones biotecnológicas de primer orden", señala la investigadora
principal del proyecto, que añade algunas de ellas "son productoras de
auxinas, que actúan como biofertilizantes naturales".
El estudio analiza tanto la diversidad de microalgas como su
estructura comunitaria, es decir, su ubicación exacta en el talo de
Ramalina farinacea.
Lo hace mediante la aplicación de un método de pirosecuenciación 454
-tecnología que permite determinar una secuencia de ADN a gran escala
mediante luminiscencia- y un protocolo cuidadoso 'ad hoc' para el
procesamiento de muestras de líquenes previo a la extracción del ADN.
La metodología desarrollada ha permitido, a partir de un solo talo de
liquen, detectar la presencia de 31 especies distintas de algas, lo que
demuestra la idoneidad del liquen Ramalina farinacea para el estudio de
la diversidad de microalgas, y constata la efectividad del método y la
técnica utilizados por el grupo de investigación.
La importancia ecológica de los líquenes está demostrada científicamente desde hace décadas, según señalan las mismas fuentes.
Además de ser excelentes bioindicadores de la contaminación ambiental
y de la calidad del aire, son organismos excepcionalmente resistentes a
las condiciones adversas del medio ambiente, por lo que su capacidad
para colonizar ecosistemas muy diversos es enorme. Incluso pueden
resistir las radiaciones cósmicas.
Los resultados refuerzan el concepto de los líquenes como
microecosistemas simbióticos multiespecíficos y autosuficientes; unos
modelos en miniatura que facilitan la extrapolación de datos al análisis
de las interrelaciones en los grandes ecosistemas.
El trabajo publicado en 'Plos One' consolida la importancia del estudio de los líquenes como fuentes de biodiversidad, y está firmado por las
investigadoras del Instituto Cavanilles Patricia Moya, Arántzazu Molins,
Lucía Muggia y Eva Barreno, además de por Fernando Martínez-Alberola de
la Universidad de Trieste.
Fuente: Mediterráneo de Castellón
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