La superficie afectada supera las 16000 hectáreas, y deja también seis bomberos heridos. El enorme dispositivo humano y técnico movilizado y el ejemplo de coordinación entre administraciones y de solidaridad, las claves que han evitado un mal muchísimo mayor, que tiene buenas perspectivas de regeneración.
El
incendio forestal declarado la pasada semana en el término de la
localidad castellonense de Artana, ya se ha dado por controlado,
según
informaban el lunes 1 de agosto los servicios de Emergencias de la
Generalitat
El fuego, que se declaraba el pasado lunes 25 de julio sobre las 15 horas en las cercanías de una granja de Artana, donde al parecer se produjo la imprudencia que desencadenó el incendio forestal, alcanzaba rápidamente las primeras estribaciones de la Sierra de Espadán afectando a los términos de Artana, Alcudia de Veo y Tales y rozando los de Onda, Eslida y Ahín.
Al
final, la superficie calcinada
ha sido de más de 1.600 hectáreas de terreno forestal, 700 de
ellas en el Parque Natural de la Sierra de Espadán, aunque sin
afectar al corazón de la misma. El incendio deja además seis
bomberos atendidos por contusiones, deshidratación e inhalación de
humo.
Esta
superficie ha hecho que el incendio de Artana sea el más grave
ocurrido en la provincia de Castellón desde 2012 –año en el que
la comarca del Alto Palancia fue alcanzada por el fuego de Andilla–,
y que además, la cifra supere el total de la superficie quemada en
los años 2015, 2014 y 2013, que sumaban poco más de mil hectáreas.
Estas
dimensiones se deben a que las condiciones
meteorológicas
en
un principio se presentaron adversas, con un viento que dificultaba
más si cabe los trabajos para combatirlo, pues afectaba a una zona
de orografía escarpada, de difícil acceso y con mucha masa forestal
reseca
por la sequía. Esto llevaba a que se generasen llamas
de gran
virulencia
que en las primeras horas levantaron una densa columna de humo que
era visible a decenas de kilómetros del interior de la provincia de
Valencia y Castellón, donde incluso era patente
el olor a ceniza y el cielo brumoso
por las particulas en suspensión que dejaba el incendio en la
atmósfera.
Eso
sí, los dos
frentes activos del incendio
afortunadamente quedaban alejados de los núcleos habitados, aunque
sí se tuvieron que desalojar granjas, casetas y otras instalaciones.
El frente de la zona de Tales-Onda era el menos preocupante después
de que el viento y el fuego se aliaran en la zona de Alcudia y
Eslida, donde las llamas avanzaban y arrasaban el monte. Por este
motivo, desde el inicio, los esfuerzos se centraron en contener el
flanco izquierdo, que era el más activo, para proteger el Parque
Natural de la Sierra de Espadán.
Ante
este panorama, se fue creando un ámplio dispositivo de emergencias,
que llegó a alcanzar en los peores momentos del incendio las 500
personas y los treinta medios aéreos, que procedían de varios
parques del Consorcio de Bomberos de Castellón, de la Unidad Militar
de Emergencias (UME), de brigadas de bomberos forestales, y donde
habían también miembros de Protección Civil, guardias civiles,
policías de la Generalitat, la brigada helitransportada, avionetas,
así como personal y medios de distintas administraciones. También
los servicios sanitarios están colaborando en todas las tareas
necesarias.
Un
operativo que ha estado siete días de intensa batalla contra las
llamas, y que ha supuesto un verdadero
ejemplo de coordinación entre administraciones y de solidaridad.
Y es que desde el primer momento la Generalitat
Valenciana,
la Diputación
de Castellón
y el Ayuntamiento
de Artana
han contado con la colaboración del Ministerio
de Agricultura y Medio Ambiente,
las Comunidades de Catalunya,
Aragón y Castilla La Mancha,
ayuntamientos cercanos, el Puerto
de Catellón,
que cerró alguno de sus muelles para que los medios aéreos pudieran
recoger agua, y por supuesto, los vecinos, que habilitó
el polideportivo o el frontón del pueblo como improvisado
campamento, cocinó para quienes participaban en la lucha contra el
fuego e incluso ofreció sus casas para que pernoctaran y descansaran
quienes
salvaban sus montañas. Un verdadero ejemplo de
solidaridad y cooperación.
Afortunadamente,
a esta buena sinergia, colaborarón una inversión térmica, la humedad
y los cambios de viento, que llevaron a que las llamas avanzasen más
lentamente de lo previsto por las autoridades, y que ya el jueves se
declarara el incendio por confinado, es decir, que perimetralmente ya
no crecía y ya no existía llama en el perímetro, aun que todavía
había que luchar para evitar los rebrotes.
Unas
tareas, que todavía a día de hoy se llevan a cabo por 40
brigadistas, que
palmo a palmo, árbol a árbol. continuan con las tareas de repasar
las zonas afectadas para eliminar todo peligro. Estas tareas de
limpieza se realizan utilizando azadas y motosierras para remover la
tierra y cortar troncos (como pinos o algarrobos) quemados y evitar
que surjan pequeños conatos en los puntos más calientes debido a
las brasas, aún incandescentes, dadas las altas temperaturas que se
registran este fin de semana, en una tarea que requiere de mucha
paciencia y sacrificio de los bomberos.
Ahora,
la superficie arrasada dejará durante mucho tiempo un paisaje
lunar donde antes existía una masa arbórea. Esa es la factura que
dejan los incendios forestales, la devastación de la naturaleza.
Sin
embargo, la regeneración natural presenta un buen pronóstico, según
las primeras conclusiones de los expertos tras recorrer el perímetro
de ceniza. Y es que el incendio ha quemado zonas que se pueden
regenerar, afectando sólo a la superficie en la mayoría de las
zonas, así que se es muy probable que se pueda salvar bastante.,
pues como el incendio avanzó lentamente porque se contuvo
rápidamente, no subió a la copa de los árboles.
En
esta misma zona hubo un incendio en los ochenta y se regeneró de
forma natural con pinos y se hizo espontáneamente un tupido bosque.
También
la zona sufrió un incendio en 1994, que afectó a 19.000 hectáreas,
que terminaron por regenerarse, aunque para ello se necesitaron dos
décadas.
Con todo,
la primera valoración realizada a partir de las aportaciones de los
bomberos que han actuado estos días en la zona devastada apunta a
que habrá muchos árboles muertos, pues en el 30% de la zona
afectada sí hubo destrucción total. En el resto sólo ardió la
base de los árboles. Esos ejemplares han tenido un gran sufrimiento
por las llamas, pero las copas están en buen estado y entonces se
puede regenerar mejor.
En
los próximos meses, un factor crítico que incidirá en la buena
recuperación de la superficie afectada por las llamas es la lluvia,
porque la planta y los árboles están heridos, han sufrido una
agresión y una situación muy estresante. Si lloviera ahora sería
magnífico, porque entonces interviene la repoblación natural, que
es la más eficiente y la más eficaz. Mucho más que la acción del
hombre en repoblaciones artificiales. No obstante, con posterioridad
a la regeneración natural, será necesario airear la zona para
evitar que se produzca la concentración de masa forestal.
A
estas tareas seguro que contribuyen el grupo
de personas que, de manera altruista, han creado la Asociación
Arrels de l’Espadà,
que ya está manteniendo contactos con entidades expertas en materia
de reforestación para empezar las tareas, aunqeu son conscientes que
es una tarea lenta y que se debe de realizar con mucho esfuerzo y con
tiempo.
Ahora
lo que hay que velar es por el interés general que tiene el pulmón
de la provincia de Castellón, esas 31000 hectáreas deben estar por
encima de intereses partidistas (como esta vez ha sido para su
extinción), pero también por encima de los derechos de los
propietarios y las interpretaciones ultra-conservacionistas de
algunos ecologistas. O de una administración sin medios y con miedo
a perder votos, que prefiere dejar que la vegetación crezca
libremente hasta que se vuelva a quemar, en ciclos de 20 años. En
definitiva, hay que aprovechar lo ocurrido para prepararse para
evitarlo más rápido si hay otro inciendio, y poner de una vez en
marcha el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) de la
Sierra Espadán.
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