Un hallazgo imprevisto en un conocido yacimiento del Alto Palancia: 15 cadáveres de más de 200 años han sido hallados por el equipo de arqueólogos de Arqueocas cuando rehabilitaban los desperfectos de un camino del s. XVIII
Afirmar a estas alturas, después de unos cinco años de encadenar excavaciones, que el conjunto arquitectónico y el entorno del castillo y la ermita de San Miguel de El Toro tienen un gran interés arqueológico, resulta una obviedad.
Entre dos y tres campañas de investigación anuales han venido ofreciendo amplia y valiosa información sobre el pasado de este enclave y el territorio que ocupa, y podría parece que poco más se puede averiguar sobre su historia, pero lo cierto es que nunca se sabe qué puede haber si se profundiza un poco más, si se llega un poco más lejos, si no se deja ni un solo indicio sin explorar, y el Ayuntamiento está muy por esa labor.
Estos días, el equipo de investigación que coordina la empresa Arqueocas, trabajaba en la rehabilitación de una senda y una pequeña plaza empedradas (datadas en el silo XVIII) que trazan la subida al castillo y que tenía un tramo destruido. Su suposición inicial, según el arqueólogo José Albelda, era que como se trata de una zona de mucha pendiente cerca del castillo, muy encima de la roca, al caer la muralla, se cayeron también los bordillos y se perdió el empedrado.
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| El enterramiento descubierto está bajo un camino de acceso al castillo. / ARQUEOCAS |
El proyecto que tenían entre manos consistía, básicamente, en limpiar la zona, definir ese trazado y restaurar las zonas destrozadas. Y cuando trabajaban con ese propósito, llegó la sorpresa: la aparición de restos óseos humanos.
En campañas de excavación anteriores ya se había identificado el cementerio que existía tanto en el interior de la ermita como en las inmediaciones de lo que en su día fue la iglesia de Santa María de El Toro. En concreto, todo el suelo de la ermita estaba lleno de enterramientos», algo previsible de acuerdo con las costumbres de la época. En su día, tras definir y documentar el hallazgo, se tapó con gravas «y este año se ha cubierto.
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| Detalle para apreciar como la fosa fue reutilizada después del primer enterramiento. / ARQUEOCAS |
Lo interesante del nuevo descubrimiento ha sido que no existía constancia de ningún tipo de que en la zona en la que iban a intervenir a partir de ahora pudiera haber algo más que el mencionado camino empedrado de acceso. Al rebajar la tierra para pavimentar, salió el enterramiento, sin contar con eso.
Quince cuerpos. Ese es el total de los restos que han localizado y con una particularidad. Se trata de tumbas reutilizadas, es decir, en su día, abrieron la fosa, cogieron los huesos de la persona enterrada con anterioridad y colocaron el cuerpo de otro fallecido, por lo que cada tumba conserva los restos de varios individuos», que murieron, probablemente, entre los años 1830 y 1880.
Las primeras hipótesis de los investigadores apuntan a que en un momento determinado la iglesia quedó saturada y el cementerio también, por lo que durante varios años, se vieron en la necesidad de buscar una zona más libre para enterrar a sus muertos y escogieron la de la plaza, lo que debió motivar que cavaran la senda empedrada. Y no fue algo puntual. Ahí se encuentran los restos de varias generaciones, durante varias décadas estuvieron utilizando esa sepultura, porque cuando abrían la fosa, el anterior fallecido ya estaba esqueletizado, por el estado en el que se encuentran distribuidos los huesos.
Ahora, como en cualquier estudio de esta naturaleza, los huesos humanos son restos arqueológicos, como lo es una ánfora y el tratamiento científico es el mismo. Se retirarán, se clasificarán e investigarán y serán trasladados al Museo de Segorbe. Porque el esqueleto de un ser humano es muy trascendente por la información que preserva. En este caso, para saber quiénes fueron y cómo se relacionaron con la muerte los antiguos pobladores de El Toro.
Fuente: Mónica Mira - Mediterráneo de Castellón


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