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miércoles, 25 de marzo de 2015

100 AÑOS DE AGUA EN ALTURA

La Villa de Altura celebra por todo lo alto el I Centenario del nacimiento del Manantial del Berro.

Cuando se fundó en época musulmana la alquería de Altura, tal vez sus moradores no imaginaban lo que esta llegaría a crecer. Por ello, con las aguas que les proporcionaban las fuentes más próximas (las hoy conocidas como de Las Fontanicas, Berro, San Antón y Sierra), unidas a las que ya les correspondían de la Fuente de Navajas (hoy Manantial de La Esperanza), veían cubiertas sus necesidades hídricas para riegos y abastecimiento de sus hogares, en una época, que junto a la cristiana, la necesidad del líquido elemente no pasaba de ser para usos culinarios y para saciar la sed. Y es que los hogares de aquellos primeros alturanos al no tener agua corriente para fregar los cacharros (ni para la higiene personal, no tan frecuente como ahora), se "contentaban" con utilizar los lavaderos y acequias próximas para estos fines)

Pero cada vez el pueblo iba ganando en tamaño, vecinos, y huertas, y ya en el siglo XVI, las necesidades hídricas para riegos eran tantas que vecinos y cartujos (en aquel momento ya Señores de la villa) acordaron construir la Balsa Mayor para almacenar una cantidad mayor de las aguas que desde el siglo XIII-XIV habían pactado recibir con Segorbe del Manantial de La Esperanza, una vez empleadas como fuente energética en los molinos del monasterio, para destinarlas después al riego de los huertos que rodeaban el pueblo, ampliándose así las tierras de regadío. Esta superficie hortícola crecería nuevamente tras la construcción -también por parte de los cartujos- de la balsa de San Juan. Prueba de ello es que en el inventario realizado en 1835 tras la exclaustración, las tierras de regadío que circundaban el convento llegaban a las 170 hanegadas, con lo que las totales de la villa serían muchas más.

Cuando en el siglo XIX, el Monasterio se ve obligado a cerrar sus puertas, la localidad comienza a consolidar una economía basada en la explotación de los recursos naturales generados de su extenso término municipal y huerta, pero los problemas con sus vecinos de Segorbe para el uso de las aguas de La Esperanza generaban grandes problemas jurídicos y vecinales, y la villa, sin agua corría el peligro de no poder prosperar como sus vecinos deseaban.

Por ello, desde entonces, y especialmente con la llegada del nuevo siglo, las autoridades comenzaron a buscar dentro de su término, un manantial que fuera capaz de satisfacer las necesidades hídricas sin tener que depender tanto de las tan reñidas aguas de La Esperanza. Por eso, y siguiendo las indicaciones de varios entendidos, en 1915 decidieron profundizar el lugar donde brotaban las aguas de la Fuente del Berro, pues su caudal, que entonces era el mayor con que se contaba, podría incrementarse notablemente, y luego canalizándolo mediante una galería, podría ser de gran beneficio para el pueblo.

Y así lo entendieron los vecinos, que pusieron todo su empeño corporal y divino, teniendo como abogada a la Virgen de la Cueva Santa, que por aquellas fechas se trasladó a la Villa para recibir los ruegos de sus paisanos. Y a base de fe y trabajo, lograron finalmente que las aguas surgieran de forma abundante, y después, en un momento político especialmente difícil por estar el país en una guerra civil, se logró construir la galería por la que desde entonces llegarían las aguas del Manantial del Berro a la población, resolviendo así el problema de abastecimiento de aguas de la localidad, tanto para el riego, creándose otra nueva red de acequias para ampliar los campos de cultivo, como para el consumo humano, realizándose una red de saneamiento que poco a poco llegó a todos los hogares alturanos, si bien, en alguna ocasión se sufrieron descensos de caudal, como el de 1985, que dejaron casi sin agua a la población, y que afortunadamente se lograron solucionar con nuevas perforaciones y sondeos.

El día en que tradicionalemente se afirma que el agua manó con fuerza por el nuevo manantial fue el 25 de marzo de 1915, y este año de 2015, un siglo después, los vecinos de Altura se preparan para festejar este centenario de su manantial, El Berro, que con sus aguas ha generado grandes avances en la calidad de vida de vecinos y veraneantes.

A los ya tradicionales actos de bendición de las aguas, procesión, ofrendas y actos religiosos y taurinos, este año se ha aumentado el número de actividades para conmemorar esta efeméride tan notable para el pueblo. Así, se han programado exposiciones, conferencias, obras de teatro, conciertos musicales, concursos e inauguraciones de elementos para que esta fecha no pase desapercibida durante los años venideros.

Entre estas últimas, destacar el monumento que la Asociación Amigos del Patrimonio Alturano "El Cantal" ha construido en el cementerio para honrar la memoria de los alturanos que construyeron la galería y trajeron con su esfuerzo el agua al pueblo. Y como no, la nueva fuente que la Asociación Cultural Nace una Esperanza ha construido en una rotonda de la villa, para conmemorar el centenario del alumbramiento de las aguas del Manantial del Berro.


En un momento en que el agua del planeta es cada vez un bien más escaso, el poder contar con un manantial de estas características es normal que se celebre por todo lo alto, y desde aquí, desearles a los alturanos un buen desarrollo de sus fiestas, y que puedan volver a celebrar un nuevo centenario para el 2115 (aunque ya no lo podamos contar desde este blog).
FELICES FIESTAS, Y FELIZ CENTENARIO.

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