El Ayuntamiento de El Toro ha solicitado ayudas al Consell para la restauración de las murallas y la mejora de la antigua fortaleza, y Viver acomete la segunda fase de la restauración de la Torre del Río
El Ayuntamiento de Viver ha iniciado una nueva fase de trabajos para recuperar la Torre del Río. Se trata de una actuación con la que se completará la excavación arqueológica iniciada en fases anteriores, que permitirá documentar otras estructuras relacionadas con la torre, y también se llevan a cabo trabajos de adecuación, destacando el recrecido de la torre y la instalación de una escalera, que permitirán al visitante acceder al interior. El presupuesto de la obra adjudicada en esta fase asciende a 39.009 euros y cuenta con una subvención de 31.420€.
La Torre del Río está ubicada sobre una pequeña elevación en el margen izquierdo del río Palancia, desde la que se observa tanto el valle del río como la actual población de Viver, de la que dista un kilómetro y medio escaso.
Esta torre pertenece a un conjunto de torres más amplio, con idénticas características, levantadas en torno a los castillos de Jérica y Gaibiel, hacia el siglo XII, en época almohade, como parte del sistema defensivo de pequeñas alquerías, ante el avance cristiano en la zona.
Dentro de este conjunto de torres islámicas la Torre del Rio destacaba por su estado de conservación, pese a su estado de ruina, ya que conservaba gran parte de su alzado y toda su planta, por lo que, en el año 2021 desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Viver promovió la realización del Proyecto de Excavación arqueológica, estudio murario y consolidación de la Torre del Rio de Viver, dirigido por el arqueólogo Manuel Molina Garel, con la finalidad de investigar, recuperar y hacer visitable el yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural.
La intervención arqueológica, cofinanciada por la Dirección General de Patrimonio Cultural y el Ayuntamiento de Viver (mediante las ayudas a la conservación del patrimonio inmueble de la Generalitat Valenciana), permitió la documentación completa de la torre, su consolidación, y la recuperación de un buen conjunto de materiales cerámicos de época almohade.
El proyecto de intervención planteaba dos ámbitos de trabajo: en primer lugar se realizó la excavación y estudio arquitectónico de la torre, y, posteriormente se consolidaron los restos y se realizó una adecuación del entorno del yacimiento, creando zonas ajardinadas y colocando mobiliario.
La torre, que está situada sobre un espolón rocoso dispuesto Este-Oeste, presenta un planta circular, con un diámetro de unos 6 metros, y una altura conservada de 6´9 metros, construida con un único cuerpo, realizado con mampostería irregular en su interior y careada en el exterior, trabada con mortero de cal y pequeños cantos de rio.
Este cuerpo principal cuenta con una sección decreciente escalonada en su interior (con tres retranqueos) que indicaban la presencia de cuatro plantas distribuidas en planta baja, al menos, dos forjados interiores y un forjado superior plano (terraza).
Respecto al acceso, que estaba situado en el primer forjado, debía ser el único vano existente en la torre, al que se accedía por una estructura, adosada en el tercio no exterior de la torre, que podía servir para colocar la escalera de acceso.
En el entorno de la torre se documentaron algunos muros que la envuelven, delimitando un espacio al que se accede por un vano formado por dos jambas realizadas con sillarejos de roca tobácea. El material mueble (restos cerámicos) recuperado durante la excavación, nos indica un uso de la torre desde mediados del siglo XII a principios del siglo XIII, coincidiendo con el avance cristiano (durante el periodo Almohade) en la zona.
El segundo gran ámbito de trabajo fue la consolidación de los restos, que presentaban algunas patologías como grietas verticales, faltas de mampostería…etc. Estos trabajos, que se realizaron en algunos casos de forma simultánea a la excavación por los problemas de estabilidad que mostraba la torre, permitieron la consolidación estructural de la torre.
Este año 2022 el Ayuntamiento ha solicitado, y recibido, una nueva ayuda para la conservación de bienes inmuebles de la Conselleria de Cultura, que ha permitido continuar con la segunda fase de los trabajos.
Por su parte, el municipio de El Toro ha iniciado las obras de rehabilitación del castillo y el lienzo amurallado con el reto de poner en valor el patrimonio singular que atesora la localidad. Un proyecto de envergadura para el que el ayuntamiento ha solicitado una subvención al Consell que garantice la consolidación de esta antigua fortificación que es historia viva del pueblo.
El complejo, declarado Bien de Interés Cultural, es un emblema para un pueblo que tiene una clara hoja de ruta: crecer. Recuperarlo es demostrar que seguirá creciendo y poniendo en valor los vestigios que dan fe de su historia, para poder caminar hacia el futuro con paso firme.
De hecho, pese a las limitaciones presupuestarias del municipio, desde el consistorio afirman que van a seguir invirtiendo en patrimonio, desarrollo y futuro, ya que además de en esta rehabilitación, suman otros proyectos como la aspiración de poner en marcha el Museo Micológico a través de los fondos Leader, ya que El Toro está considerado como territorio trufera. El objetivo es habilitar en los antiguos calabozos, que ocupan la planta baja del edificio del ayuntamiento, esta sala singular para demostrar su potencial en el sector trufícola. Y no solo eso, sino que al coto y al museo pretenden unir el laboratorio de la trufa, los viveros de plantas y la ya consolidada Feria de la Trufa.
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