La lluvia no empañó el éxito del congreso dedicado al 750 aniversario de la cartuja de Portaceli y las cartujas valencianas, que cerró con muchas novedades en las ponencias desarrolladas entre los días 9 y 11 de noviembre en la Universidad de Valencia.
Además de las excursiones culturales a las dos grandes cartujas valencianas: Portaceli y Valldecrist, el congreso La Cartuja de Portaceli 1272-2022, ocho siglos de testimonio, celebrado en la Facultad de Geografía e historia de la Universitat de València entre los días 9 y 12 de noviembre cierra con una serie de aportaciones de lo más llamativas, en algún caso nunca tenidas en cuenta.
Así puede considerarse la ponencia de Rafael Narbona al encarar las posesiones territoriales de las fundaciones de Serra y Altura por su riqueza en recursos naturales, prioritarios para el suministro de la ciudad de Valencial. Como, en una línea parecida o complementaria, la de Antoni Furió al tratar la fiscalidad relacionada con sendos monasterios –particularmente la casa de Serra a medios el siglo XV-, concluyendo que Portaceli no era de los cenobios más ricos del reino de Valencia por sus rentas en su etapa de esplendor; circunstancia que ayuda a entender mejor que su excepcional riqueza arquitectónica y artística se explica por la financiación conseguida externamente, a través de sus benefactores y sus cuantiosas donaciones directas.
En ese mismo periodo, Estefania Ferrer aportó medio centenar de bulas de la cancillería de Benedicto XIII, el Papa Luna, relacionadas con los conventos de Serra y Valldecrist, así como con una serie de personalidades relacionadas con ellas, como es el caso paradigmático de Bonifacio Ferrer, quien llegó a general de la Orden. Mientras que Francisco M. Gimeno Blay abordó un manuscrito atribuido al hermano de san Vicent Ferrer que se conserva en el Archivo de la Catedral y que versa sobre el noviciado de los futuros cartujos.
Entre los siglos XIV y XV se encuadra la ponencia de V. Gabriel Pascual sobre Margarida de Llúria, una personalidad femenina bien relevando tanto para el monasterio mercedario del Puig como para Portaceli, donde financió algunas importantes obras que no se conservan por las transformaciones posteriores.
Concepció Bauçà dejó constancia de las relaciones entre las casas valencianas y Valldemossa, sobre todo desde el ámbito artístico, en una ponencia que deja patente la importación de numerosas y variadas piezas de los obradores valencianos y la utilización de la técnica del esgrafiado desde tierra firme; y Josep A. Ferre presentó nuevos documentos sobro interesantes aspectos relativos al ornado de Portaceli, algunos de ellos relacionados con el clérigo Andreu Garcia, gran entendido en cuestiones artísticas.
Algunas de las aportaciones más importantes del congreso vinieron de la mano de la arquitectura, mercedes en los estudios de Pedro Verdejo, Pablo Navarro y Mercedes Gómez-Ferrer, investigadores que –desde ópticas diversas pero confluyentes- conectaron algunas de las construcciones de Portaceli con la mejor arquitectura del periodo, como la edificación de la Lonja y la iglesia del convento de Llutxent, en especial el claustrillo gótico y la iglesia cenobial. Un panorama paralelo al propiamente pictórico, donde Portaceli concentró durante el Siglo de Oro la mejor producción que se podía encontrar en el reino, como reafirmaron con detalle Joan Aliaga y Nuria Ramón.
En otro plano, José Ángel Planillo, reivindicó la senda de los cartujos entre Altura y Serra, ruta que atravesaba la Sierra Calderona y unía más rápidamente los dos cenobios. Juan B. Tormos hizo un análisis exhaustivo de la nueva imagen de la Virgen María de Portaceli, de Rafael Grafià Jornet, que vino a sustituir la antigua de Ignacio Vergara, ubicada desde el siglo XIX en el retablo mayor de la sede de Valencia.
Cerraron el acto académico las ponencias de Adrià Besó, quien hizo un repaso detallado de la cartuja de Serra y de su imagen desde el siglo XIX hasta que fue nuevamente habitada, en 1944; y de David Gimilio y Javier Martínez, la ponencia de los cuales versó sobre la aplicación de las nuevas tecnologías al mejor conocimiento de las fundaciones valencianas, especialmente la de Serra al estar habitada y ser difícil el acceso.
El cónclave académico, ciertamente pasado por agua en las excursiones a las cartujas mencionadas, finalizó con la visita a Altura para visitar las ruinas de la cartuja de Valldecrist. Desde luego, impresionaba la cantidad de gente que bajaban por el camino al recinto monacal, donde los recibió la alcaldesa de la localidad, Rocío Ibáñez, y los miembros de la Asociación Cultural Cartuja de Valldecrist, que han ejercido de anfitriones y guías de sus venerables piedras, además de ser parte de la organización del congreso.
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