La compra por parte del Ministerio de Cultura de un retablo que formó parte del Retablo de San Sebastián procedente de la Cartuja de Valldecrist para destinarlo al Museo del Prado, ha hecho saltar a los políticos valencianos en el Senado, que han reclamado esta obra del mejor pintor del renacimiento valenciano para el Museo San Pio V de Valencia, donde se halla buena parte del mismo.
La compra por parte del Estado de una obra de Joan de Joanes originaria de la Cartuja de Valldecrist de Altura que va a ser depositada en el Museo del Prado, desveló ayer las diferencias de criterio entre el Ministro de Cultura, Miguel Iceta y el senador valenciano de Compromís, Carles Mulet, en el debate en la Comisión de Cultura y Deportes del Senado.
La obra en cuestión es una de las tablas que componían el retablo de San Sebastián, pintado por Joanes hacia 1540 y que tras la desamortización de Mendizabal se fragmentó: la tabla central con la imagen de San Sebastián y la Piedad de la predela pasaron al Museo de Bellas Artes de Valencia, así como también otras dos tablas de la predela que fueron adquiridas por 60.000 euros en 2018; las tablas laterales de San Bruno y San Vicente Ferrer al Museo Nacional de Arte de Cataluña. Por último el ático con la Virgen, el Niño y Santa Ana quedaron en manos particulares, y es esta la tabla objeto de la adquisición por parte del Ministerio.
Mulet argumentó que estando el grueso del retablo en Valencia, parecía como más correcto que la tabla ahora adquirida pasará al Museo de Bellas Artes de Valencia y no al Museo del Prado. En su intervención el senador valenciano se preguntaba por qué hay tanta obra de Joanes en Madrid (una quincena de obras y una sala dedicada al pintor valenciano), a lo que se le respondió señalando "porque Carlos IV 'cogió' tablas existentes en la iglesia valenciana de San Esteve, por ejemplo". Ante este motivo, el Mulet esgrimió criterios lógicos y museológicos para que la tabla adquirida fuera depositada en el museo valenciano, pues la moderna museografía apuesta por reunir las obras que han estado juntas desde su origen por constituir una serie, no separarlas puesto que la lectura de las obras en su conjunto y bajo un mismo techo es mucho más fácil que si se disgregan, Por eso no se puede entender este nuevo atropello.
Por parte del Ministro se derivó la responsabilidad de la compra y la adjudicación de la obra al Museo del Prado, a criterios técnicos de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico, que argumentó que las piezas con las que cuenta el museo valenciano también fueron adquiridas por el Ministerio en su día.
Defiende Iceta que la decisión de comprar las piezas para el Prado se justifica en que es un pintor no excesivamente presente en su colección, aunque también lamentó en su parlamento que muchas de las obras de las Historia del Arte hayan sido disgregadas. Y ante las criticas, también ha defendido que llevarlas a Valencia en lugar de a su lugar de origen, la Cartuja de Valldevrist en Castellón, también podría ser objeto de crítica, si bien no le resultaría descabellado que se organizara en algún momento una exposición que los reúna todo.
Así pues, los valencianos perderemos una vez más parte de nuestro patrimonio cultural para ser enviado a Madrid, pese a que la recuperación de la tabla que faltaba de este retablo cartujo, se ha pagado con dinero público de todos, también de los valencianos, pero se deposita en Madrid en lugar de unirlas a las otras piezas del retablo que custodia el Museo de Bellas Artes de Valencia desde hace tres décadas, con lo que el retablo seguirá incompleto
Eso sí, también hay que decir que pese a la relevancia de este pintor valenciano del renacimiento -siglo XVI- considerado probablemente como el mejor de todos los de su generación (exceptuando a El Greco, que era algo más jóven y dejó lo mejor de su producción en Toledo), en el museo del cap i casal no dispone de una sala en exclusiva para su impresionante obra, cosa que el Prado sí.
Cabe recordar que Joan de Joanes es quien mejor resume la evolución de la pintura valenciana del Siglo de Oro sin haber salido del Reino de València, o si lo hizo fue para trabajar, del cual hay –afortunadamente- muchísima obra dispersa, alguna en los lugares originales, mucha más en los museos y colecciones (inter)nacionales más diversos y prestigiosos. Un artista, por otra parte, que, a pesar de ser reconocido en vida y después de ella, nunca ha suscitado la preocupación que han suscitado otros más actuales, como Pinazo, Sorolla o Benlliure, entre las autoridades competentes de la Comunidad Valenciana, independientemente del paso por la Generalitat de administraciones políticas dispares (PSPV, PPCV, Compromis, Podemos...).
Como muestra, no hace muchos años la Generalitat tuvo la oportunidad magnífica de haberse hecho en subasta pública con el excepcional retrato de Alfonso el Magnánimo que, finalmente, fue a parar al Museo de Zaragoza. Un cuadro que fue encargado por los jurados valencianos para la Casa de la Ciudad en 1557 a Joan de Joanes por 1.000 sueldos, pero que tampoco formará parte del Museo de Bellas Artes.
En fin, veremos dónde acaba ésto.
Fuentes: Mediterráneo de Castellón / Valencia Plaza / EPDA / El Meridiano.es - Albert Ferrer
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