Pasear por Segorbe, la antigua Segóbriga (aunque no está desmostrado), serena el espíritu y fortalece las piernas por la sucesión de pendientes y bajadas. Su pasado señorial y eclesiástico (fue sede episcopal) aparece en sus calles y recoletas plazas y plazuelas.
Murallas, conventos, edificios con empaque, palacios. Y siempre, la sombra de gentes ilustres, como María de Luna, esposa que fue del rey Martín I de Aragón, llamado también Martín el Humano, por sus buenos sentimientos. Al respecto, algunos eruditos sostienen que María de Luna nació en Segorbe; otros, que en un lugar de Aragón. De todos modos, estas discrepancias biográficas poco (o nada) tienen que ver con el Museo del Aceite (abierto en 2005) de la antigua Segóbriga, pero ayudan a comprender la significación de la capital del Alto Palancia.
En el Museo del Aceite hay una almazara del siglo XVII, que impresiona y admira. Esta añeja invención del ser humano se complementa con las nuevas tecnologías. Efectivamente, la empresa Cronos instaló lo que, en la jerga contemporánea, se denomina pedagogía interactiva, sustentada, sobre todo, en las imágenes, el sonido y las representaciones virtuales. Fenomenal. La cultura del aceite muy bien explicada.
Naturalmente, todo cuesta dinero. Pero con las justas e ineludibles ayudas oficiales (la vieja Segóbriga tiene derecho a recuperar, si no todo, en parte, el protagonismo que merece en el siglo XXI), este proyecto, en el sosegado casco antiguo, es una realidad por la inversión, a cargo del Plan de Dinamización Turística del Consistorio, de 421.000 euros.
Una de las ideas fuerza del plan fue que la ciudad en general y el centro histórico de siempre, gozara de una revitalización, y que, a causa de las sinergias, redundara en beneficio de muchas otras poblaciones integradas en la Mancomunidad del Alto Palancia.
Si bien es cierto que el Alto Palancia no es como el Alto Missouri (véase el western Río de Sangre / The Big Sky, 1952), porque es distinto, la verdad es que, paisajíscamente, encierra muchos encantos (a descubrir). Lo escrito cobra más sentido relacionándolo con la D. O. Aceite de la Comunitat Valenciana (data de 2007), dividida en ocho subzonas con arreglo a ciertos baremos, como la orografía, el clima, la tradición, las técnicas de elaboración y las variedades de aceitunas: Villalonga, Blanqueta, Farga, Serrana de Espadán y Morrudas. Siempre, aceite de oliva virgen extra.
Como casi siempre sucede en la CV, puede que por la idiosincrasia de sus pobladores, la inopia de las instituciones, las autoridades, el empresariado, los medios de comunicación o el dolce far niente, se ha tardado demasiado en descubrir la importancia de nuestros aceites. Como siempre, pues, vamos con retraso al horario previsto de llegada a la meta, símil ciclista que entenderán todos ustedes y, mucho más, Miguel Abad Ventura, experto catador y proveedor de aceite de la Real Casa de Alberto Contador. Pero, en fin, la serpiente multicolor del aceite (los tonos son muchos) ya está en marcha.
Fuente: Ibn Razin - Levante de Castellón
Murallas, conventos, edificios con empaque, palacios. Y siempre, la sombra de gentes ilustres, como María de Luna, esposa que fue del rey Martín I de Aragón, llamado también Martín el Humano, por sus buenos sentimientos. Al respecto, algunos eruditos sostienen que María de Luna nació en Segorbe; otros, que en un lugar de Aragón. De todos modos, estas discrepancias biográficas poco (o nada) tienen que ver con el Museo del Aceite (abierto en 2005) de la antigua Segóbriga, pero ayudan a comprender la significación de la capital del Alto Palancia.
En el Museo del Aceite hay una almazara del siglo XVII, que impresiona y admira. Esta añeja invención del ser humano se complementa con las nuevas tecnologías. Efectivamente, la empresa Cronos instaló lo que, en la jerga contemporánea, se denomina pedagogía interactiva, sustentada, sobre todo, en las imágenes, el sonido y las representaciones virtuales. Fenomenal. La cultura del aceite muy bien explicada.
Naturalmente, todo cuesta dinero. Pero con las justas e ineludibles ayudas oficiales (la vieja Segóbriga tiene derecho a recuperar, si no todo, en parte, el protagonismo que merece en el siglo XXI), este proyecto, en el sosegado casco antiguo, es una realidad por la inversión, a cargo del Plan de Dinamización Turística del Consistorio, de 421.000 euros.
Una de las ideas fuerza del plan fue que la ciudad en general y el centro histórico de siempre, gozara de una revitalización, y que, a causa de las sinergias, redundara en beneficio de muchas otras poblaciones integradas en la Mancomunidad del Alto Palancia.
Si bien es cierto que el Alto Palancia no es como el Alto Missouri (véase el western Río de Sangre / The Big Sky, 1952), porque es distinto, la verdad es que, paisajíscamente, encierra muchos encantos (a descubrir). Lo escrito cobra más sentido relacionándolo con la D. O. Aceite de la Comunitat Valenciana (data de 2007), dividida en ocho subzonas con arreglo a ciertos baremos, como la orografía, el clima, la tradición, las técnicas de elaboración y las variedades de aceitunas: Villalonga, Blanqueta, Farga, Serrana de Espadán y Morrudas. Siempre, aceite de oliva virgen extra.
Como casi siempre sucede en la CV, puede que por la idiosincrasia de sus pobladores, la inopia de las instituciones, las autoridades, el empresariado, los medios de comunicación o el dolce far niente, se ha tardado demasiado en descubrir la importancia de nuestros aceites. Como siempre, pues, vamos con retraso al horario previsto de llegada a la meta, símil ciclista que entenderán todos ustedes y, mucho más, Miguel Abad Ventura, experto catador y proveedor de aceite de la Real Casa de Alberto Contador. Pero, en fin, la serpiente multicolor del aceite (los tonos son muchos) ya está en marcha.
Fuente: Ibn Razin - Levante de Castellón
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