El precio medio alcanza los 700 euros por kilogramo, lo que beneficiará a los productores del Altiplano del Alto Palancia y de la turolense Gúdar-Javalambre
La campaña de la trufa en España ha comenzado con “mucha
escasez” de producto, pero “de muy buena calidad” y unos precios al alza, con
una media de en torno a 700 euros por kilogramo, según ha explicado el representante de la Federación Española de Truficultores, Carlos Fresneda.
Fresneda ha apuntado que el pasado año la cotización
media de la trufa “Tuber melanosporum” rondó los 500 euros y que en 2015 ha
subido debido a la escasez de trufa, consecuencia del clima adverso a lo largo
del año. No obstante, estos precios medios
pueden oscilar entre un 20 y un 40 % a la baja o al alza, en función de la
calidad y tamaño.
Fresneda ha detallado además que este año no se está
recolectando trufa silvestre y “sólo las plantaciones truferas bien tratadas,
con una adecuada estrategia de trabajos culturales y selvícolas” están teniendo
producción pero es difícil hacer previsiones de recolección de un producto que,
aunque esté en explotaciones forestales con árboles micorrizados, es
prácticamente silvestre.
La campaña de recogida de la trufa negra o “Tuber
melanosporum”, que comienza el 1 de diciembre y finaliza el 15 de marzo, vendrá
marcada por unas condiciones climáticas “muy adversas” durante el año, marcadas
por la “fuerte sequía acarreada durante todo el verano en toda España y la
escasez de lluvias en otoño”, según Fresneda.
El “Tuber melanosporum” es uno de los hongos más
demandados en gastronomía, del que España es el principal productor, por
delante incluso de Francia e Italia, aunque el consumo interior es, al
contrario que en los países vecinos, muy bajo.
En España existen del orden de 5.500 hectáreas de plantaciones truferas; el micelio del “Tuber melanosporum” se inocula (asocia) a las raíces de determinados árboles y, tras aproximadamente 7 años, empieza a dar producción. Entre el micelio y las raíces arbóreas se desarrolla una relación simbiótica, es decir, que el hongo toma del árbol azúcares y éste a su vez obtiene de aquel sales de sodio -potasio, entre otras- y desarrollan un intercambio de elementos nutritivos favorables para ambos, que favorece el desarrollo de las trufas.
La trufa se desarrolla unos centímetros dentro de la tierra en lugar completamente impredecibles. Para encontrarlas se utilizan cerdos y perros adiestrados que gracias a su desarrolladísimo olfato son capaces de encontrar este preciado hongo incluso estando bajo tierra.
En España existen del orden de 5.500 hectáreas de plantaciones truferas; el micelio del “Tuber melanosporum” se inocula (asocia) a las raíces de determinados árboles y, tras aproximadamente 7 años, empieza a dar producción. Entre el micelio y las raíces arbóreas se desarrolla una relación simbiótica, es decir, que el hongo toma del árbol azúcares y éste a su vez obtiene de aquel sales de sodio -potasio, entre otras- y desarrollan un intercambio de elementos nutritivos favorables para ambos, que favorece el desarrollo de las trufas.
La trufa se desarrolla unos centímetros dentro de la tierra en lugar completamente impredecibles. Para encontrarlas se utilizan cerdos y perros adiestrados que gracias a su desarrolladísimo olfato son capaces de encontrar este preciado hongo incluso estando bajo tierra.
Las principales zonas productoras son Aragón (sobre
todo, Teruel y Huesca), Castilla y León (con Soria a la cabeza, aunque también
hay algo en Burgos), Comunidad Valenciana (principalmente Castellón, aunque
también Valencia), Cataluña (Lérida) y Castilla-La Mancha (Guadalajara).
A día de hoy existe una gran demanda de trufa en los
mercados internacionales, de hecho, ha resaltado Fresneda, “no se llega a
abastecer ni el 10 % de la demanda mundial de este producto”, de ahí que España
tenga un gran potencial de crecimiento.
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