Además de la gran afluencia de público, las buenas nuevas y la continua investigación sobre su legado artístico-cultural ofrecen unas buenas espectativas para la Asociación.
El pasado viernes 15 de febrero, la Iglesia Primitiva de Altura se llenó a las 19:30 horas para escuchar las charlas que la Asociación Cultural Cartuja de Valldecrist había programado para esa jornada. Llama la atención que incluso se acercaran varias personas venidas desde la vecina provincia de Valencia a este acontecimiento, demostrando así que la actividad de la Asociación cada día llega más lejos y sensibiliza a más personas.
El pasado viernes 15 de febrero, la Iglesia Primitiva de Altura se llenó a las 19:30 horas para escuchar las charlas que la Asociación Cultural Cartuja de Valldecrist había programado para esa jornada. Llama la atención que incluso se acercaran varias personas venidas desde la vecina provincia de Valencia a este acontecimiento, demostrando así que la actividad de la Asociación cada día llega más lejos y sensibiliza a más personas.
Fue el presidente de la Asociación, Josep Marí Gómez Lozano quien dio origen a las charlas, comentando cómo ha ido avanzando el proyecto de la Colección Museográfica de la Cartuja de Valldecrist. Un proyecto que se hizo público en octubre de 2011 cuando se presentó en la Iglesia de San Martín junto con el número 4 de los Cuadernos de Valldecrist. Fue entonces, aprovechando la renovación de la Junta Directiva de la Asociación, cuando se leyó por primera vez ante los allí presentes el Manifiesto pro creación del Museo de la Cartuja de Valldecrist, firmando por importantes personalidades del mundo cultural, docente y político valenciano, y que denunciaba la desastrosa conservación de todas las piezas que se habían obtenido durante las excavaciones realizadas en la cartuja en los años 80 y 90 del pasado siglo, que merecen un mayor respeto y ser puestas en valor para comprender mejor las riquezas que poseyó la cartuja.
El estado de las piezas extraidas en Valldecrist antes de su traslado |
Desde entonces, la actividad de los miembros de la junta directiva ha sido incesante, recavando apoyos y opiniones de personal de consellería y universidades, y consiguiendo después de muchos intentos una reunión con el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Altura, que motivó que al final consintieran ya no solo en desplazar las piezas de donde estaban -casi a la intemperie, en una granja privada-, sino también el acomodarlas en un bajo municipal debidamente acondicionado el pasado sábado 26 de enero de 2013. Además, parece ser que han mostrado una buena predisposición a la posibilidad de buscar la forma y el lugar de exponer las piezas más destacadas.
Ahora sólo queda esperar a ver cómo se consigue el restaurar algunas piezas -que debido a su exposición a los elementos climatológicos y mala conservación, se han deteriorado-, al tiempo que se crea un inventario actualizado de las piezas existentes y se crea la tan ansiada Colección Museográfica en un lugar todavía por determinar, aunque ya se barajan algunos emplazamientos.
Terminada esta primera conferencia, que despertó muchas preguntas entre el público, se sumó a la mesa Albert Ferrer Orts, quien junto a Josep Marí Gómez, reprodujeron con algunas variantes la conferencia sobre "La relación entre el atrio de la Iglesia mayor de Valldecrist y el pórtico de la Basílica de San Pedro de Roma" que presentaron en un congreso realizado en Francia el pasado verano.
con el Tigurio o Portico de San Pedro todavía en pie. |
Este trabajo se basaba en el parecido que presentaba el tigurio de la Basílica Paleocristiana de San Pedro en Roma, construido a principios del siglo XVI para permitir el culto de los peregrinos a las reliquias de San Pedro mientras se llevaban a cabo las obras de demolición de la primitiva basílica construida por Constantino en el siglo IV en la antigua colina Vaticana, al tiempo que se levantaba la actual basílica ordenada construir por el Papa Julio II el 18 de abril de 1506, que encargó la reforma al arquitecto Donato d'Angelo Bramante (aunque el resultado final no fuera el por él diseñado).
Este tigurio o pórtico, que daba acceso a la cripta de San Pedro, se mantuvo en pie solamente durante cerca de un siglo, el tiempo necesario para que las obras avanzaran lo suficiente para cubrir la nave central de la basílica. Sin embargo, debió impresionar a algunos de los priores de Valldecrist que por aquella época viajaron a Roma por una u otra razón, hasta el extremo que posiblemente copiaran su diseño y quisieran reflejarlo en su añorada cartuja, aunque de forma más modesta.
Y es que cabe recordar que durante esta época, algunos de los priores de Valldecrist tuvieron una mayor actividad que la estrictamente sujeta a los muros de su clausura. Uno de los más notables de este periodo fue Fray Luis Mercader, con el que la Cartuja volvió a la órbita de la Casa Real, pues fue confesor y
amigo personal de Fernando el Católico, quien le encomendaría en
diferentes ocasiones importantes misiones diplomáticas, como la de ser embajador real en la corte del emperador Maximiliano I en dos
ocasiones, ante el Papa Alejandro VI, Visitador General de la Orden,
Obispo de Tortosa y presidente del Tribunal de la Santa Inquisición
de Aragón y Navarra. Sus dos prioratos
resultaron fructíferos para la casa de Vall de Cristo, aumentaron
considerablemente sus rentas, mandó levantar las Capillas de las
Almas y Santa Magdalena, y trajo el Cristo de mármol yacente que estaba debajo del grupo escultórico de terracota de la sala
capitular, todo ello hoy
desaparecido. Es posible que también fuese él quien impulsara este proyecto del pórtico de la Iglesia Mayor, que no vio iniciar al morir en 1515, pero que sus sucesores se encargaron de culminar.
Otro de estos sucesores, Fray Alberto Claramunt, también tuvo que acudir a Roma a ponerse bajo el servicio del nuevo Papa Adriano IV, al que había conocido como Obispo de Tortosa, y que reclamaba sus buenos consejos. Sin embargo, cayó enfermo al poco de comenzar su viaje, muriendo en Valladolid el 11 de octubre de 1522. Pese a ello, todavía le dio tiempo antes de partir de encargar la obra del pórtico de la Iglesia Mayor al maestro de obras segorbino Miguel Magaña, que lo cobró por ello 990 libras.
Desde luego, observando ambos pórticos, se observa una gran similitud, salvando diferencias de tamaño (el romano era mucho mayor), de altura (el de Valldecrist carece del cuerpo central que sostiene el remate), o de los materiales empleados y decorativos (el romano posee doble columna en las esquinas). No obstante, también cabe indicar que el pórtico de Valldecrist sufrió modificiaciones posteriores a la obra inicial de Miguel Magaña, añadiéndole mayores motivos decorativos (yeserías y las bolas herrerianas) en épocas posteriores.
Ahora, los autores de esta hipótesis siguen trabajando para tratar de esclarecer y validar totalmente esta hipótesis, que desde luego, viendo sus argumentaciones, parece bastante sólida.
Esta obra recopila el legado artístico disperso de la decana de las cartujas valencianas, que a día de hoy se reparte por todo el mundo en diferentes museos, colecciones museográficas, parroquias, etc...
Retablos, cuadros y lienzos de impresionante valor artístico, orfebrería, manuscritos y legajos han sido pacientemente estudiados por este incansable investigador, que ya ha conseguido vender una gran parte de la primera edición, que ha podido salir al mercado gracias, además del autor, a la inestimable aportación del Dr. James Hogg y Analecta Cartusiana, la propia cartuja de Portaceli y el CAEM (Centre d'Art d'Època Moderna de la Universitat de Lleida), así como al apoyo de entusiastas instituciones (Asociación Cultural Cartuja de Vall de Crist) y amigos (Albert Ferrer, Josep-Marí Gómez...), amantes del arte y de las cartujas.
Durante su intervención, analizó algunas de las principales obras que en él se recogen, así como se atrevió a proponer nuevos nombres a la autoría atribuida a algunas de estas basándose en sus ámplios conocimientos, en la observación minuciosa de las obras, y en la vinculación que los artistas tuvieron con la cartuja de Portaceli, que en algunos casos es lo suficientemente notable para no poder rebatir sus teorías.
Desde luego, una jornada muy positiva por las buenas nuevas que en ella se expusieron, y por ver que los mayores especialistas de las cartujas valencianas siguen trabajando por devolverles parte del explendor perdidos ante un público que cada vez más acude a impregnarse de sus conocimientos.
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