Preciosa entrada publicada en el blog "Un soñador por las Cumbres" de Luis Gispert
Estamos, un año más, en el ecuador de las fiestas palantinas y en el umbral de las segorbinas, cuando la virtud temperamental de los habitantes de Segorbe progresará por el cauce alegre, popular, costumbrista, de los actos festivos, que culminarán, como elemento más sugestivo, en la semana grande, la taurina, centrada en las emblemáticas Entradas de Toros y Caballos, declaradas Fiesta de Interés Turístico Internacional, que este año se enmarcan en la semana del 6 al 12 de septiembre.
Estamos, un año más, en el ecuador de las fiestas palantinas y en el umbral de las segorbinas, cuando la virtud temperamental de los habitantes de Segorbe progresará por el cauce alegre, popular, costumbrista, de los actos festivos, que culminarán, como elemento más sugestivo, en la semana grande, la taurina, centrada en las emblemáticas Entradas de Toros y Caballos, declaradas Fiesta de Interés Turístico Internacional, que este año se enmarcan en la semana del 6 al 12 de septiembre.
Las fiestas retornarán en otras poblaciones de la comarca del Alto Palancia, como Torás, Navajas, Jérica, Soneja, Azuébar, Altura, Viver…; al tiempo que en otras ya han concluido o están apunto de hacerlo, como Castellnovo, Geldo, Barracas, El Toro, Benafer... Fiestas que se celebran cuando el verano, fugitivo ya, muestra el dosel de las noches refrescantes, anunciando, como a ráfagas, el aroma del otoño.
Septiembre es un mes plenamente festivo. Pero en los primeros días de octubre, cuando el otoño impregne las primicias de sus pinceladas cromáticas en el paisaje, rememoraré mi viaje a pie, íntimo, emotivo, por las orillas del Palancia.
El otoño en nuestra tierra tiene un acento reverberante, lírico, templado. Caminar por ella en esta estación es todo un lujo. Saborear sus rincones, sus paisajes, a caballo entre el campo y las montañas, su contenido cultural e histórico, recorrer los viejos senderos, el patrimonio viario que ha servido a lo largo de los siglos para desplazarse, es una actividad al alcance de todos, un deporte suave y relacionado con la naturaleza. Y su práctica produce un gran bienestar.
En octubre de 1999 emprendí un viaje iniciático, un desplazamiento a pie siguiendo el curso del río Palancia, desde su nacimiento en la sierra de El Toro hasta Sot de Ferrer. Estuvo repartido en siete etapas. Y fruto de este itinerario escribí el libro “Por las orillas del Palancia”. Fue publicado en mayo del año 2000, gracias al patrocinio del Ayuntamiento de Segorbe.
Digo, el Palancia es río literario. Y le dedico -ahora- esta pequeña glosa, donde el agua, la suya, siempre parlotea, y me maravilla escuchar su rumor, que se instaló, desde mi niñez, en las distintas dependencias de mi pensamiento.
Son muchos los piropos que le han brindado excelentes “cantaores” líricos, pero estos días recibirá los ecos alegres y dinámicos de las fiestas en los pueblos que le rondan, incluso representando la idiosincrasia totémica de algún festejo de hondas raíces.
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