El Consell prepara la implantación de la onomástica foral en los cargos e instituciones del ámbito municipal valenciano para recobrar «identidad», en el año en que se conmemora el 750 aniversario de la primera convocatoria de las Cortes Valencianas
El alcalde del pueblo volverá a llamarse «batle», la junta de gobierno local cambiará a «consell de govern de la vila», el nombre "paramilitar" y castellano de teniente de alcalde mutará a «conseller en cap local», e incluso el jefe de la policía local podrá recobrar el nombre medieval de «cap de guaita». Son algunos de los cambios que estudia la Generalitat en un proyecto para recuperar, en el ámbito municipal, el entramado institucional del histórico Regne de València y su propia onomástica.
Así se hizo en 1982 al rescatar las figuras autonómicas de la Generalitat, las Corts, el Consell o el Síndic de Greuges. Ahora, según ha adelantado el conseller Serafín Castellano a Levante-EMV, la reforma se centrará en el ámbito municipal para recuperar el nombre de órganos, cargos y oficios que se modificaron en el siglo XIX conforme a la tradición castellana.
El respaldo legal es inequívoco: las nuevas competencias de recuperación foral que le concede el nuevo Estatut d´Autonomia de 2006, cuyo artículo 7.1 estabece explícitamente que «el desarrollo legislativo de las competencias de la Generalitat procurará la recuperación de los contenidos correspondientes de los Fueros del histórico Reino de Valencia (...) en especial, [en lo referido] al entramado institucional del histórico Reino de Valencia y su propia onomástica». Serafín Castellano, que en la negociación del nuevo Estatut puso mucho empeño personal en este artículo 7.1, ya se ha puesto manos a la obra con dos premisas: apoyarse en un abanico de expertos en derecho foral de muy diversa ideología (como Vicent Franch, Enric Solà, Vicent Domínguez, Simó Santonja o Vicent Garcia Edo) y andar «sin prisas, de forma muy consensuada y muy aceptada para que no genere polémica».
Todavía no se ha elaborado una lista de los nombres que se corregirán para adaptarlos a la tradición onomástica valenciana nacida con Jaume I. Eso lo estudiará la Comisión de Codificación Civil Valenciana y el Observatorio de Derecho Civil Valenciano. Pero de entrada, Serafín Castellano ya apunta algunos cargos y órganos. «Que el alcalde sea batle, que la junta de gobierno local pase a ser el consell de govern municipal o consell de la vila, que el teniente de alcalde pase a decirse conseller en cap o cap de consell de govern… Todo eso me parece bien. Sin embargo, tal vez el concejal o regidor no puede recuperar el nombre antiguo de jurat porque a lo mejor entraña alguna contradicción con los jurados de la Justicia. Por eso, todo se ha de ver con calma», precisa.
Castellano: «Es más genuino»
La voluntad del conseller por pilotar esta segunda transición de la onomástica foral parece inequívoca. «Lo iremos introduciendo poco a poco. Porque es un tema importante desde el punto de vista identitario y es más coherente» recuperar los nombres legados por aquel Reino de Valencia independiente entre 1238 y 1707 (aunque formalmente el Regne de València se mantuvo como entidad hasta la división provincial de 1833). El calado del cambio todavía no se conoce, aunque tienen visos de quedarse en el cajón aquellos nombres y cargos que se adapten peor. Lo que sí garantiza Castellano es que quiere contar en este proyecto con el resto de grupos para que los cambios tengan una incidencia real. «Así, si se entra de una forma consensuada, esto será una cosa de todos», añade el conseller. «Se hizo en las instituciones de la Generalitat y ahora toca ir avanzando en la onomástica municipal», recalca. El titular de Gobernación baraja varias opciones para implantar estos cambios una vez estén decididos. «Puede aprobarse una modificación de la Ley de Bases del Régimen Local, o tal vez se haga mediante una ley de acompañamiento o un decreto de desarrollo», asegura.
De l´«escribà» a la «Junta de Murs e Valls»
La iniciativa política de Serafín Castellano —«que no cuesta un duro», como destaca él mismo— recoge la petición formulada hace unos meses por Vicent Franch, impulsor del recién creado Grup d´Estudis Foralistes. Franch también proponía otros cambios. Por ejemplo: que el ayuntamiento se llame «casa de la vila». Que el pleno recupere el poético «cor de la vila». Que la Concejalía de Urbanismo cambie a la antigua «Junta de murs e valls». Que no exista secretario municipal sino «escribà de cartes», que el interventor recupere la denominación de «mostassaf» o que el recaudador de impuestos vuelva a llamarse «peiter». Y, sin complejos, que las leyes autonómicas se llamen «furs», y el Estatut «Fur General».
El respaldo legal es inequívoco: las nuevas competencias de recuperación foral que le concede el nuevo Estatut d´Autonomia de 2006, cuyo artículo 7.1 estabece explícitamente que «el desarrollo legislativo de las competencias de la Generalitat procurará la recuperación de los contenidos correspondientes de los Fueros del histórico Reino de Valencia (...) en especial, [en lo referido] al entramado institucional del histórico Reino de Valencia y su propia onomástica». Serafín Castellano, que en la negociación del nuevo Estatut puso mucho empeño personal en este artículo 7.1, ya se ha puesto manos a la obra con dos premisas: apoyarse en un abanico de expertos en derecho foral de muy diversa ideología (como Vicent Franch, Enric Solà, Vicent Domínguez, Simó Santonja o Vicent Garcia Edo) y andar «sin prisas, de forma muy consensuada y muy aceptada para que no genere polémica».
Todavía no se ha elaborado una lista de los nombres que se corregirán para adaptarlos a la tradición onomástica valenciana nacida con Jaume I. Eso lo estudiará la Comisión de Codificación Civil Valenciana y el Observatorio de Derecho Civil Valenciano. Pero de entrada, Serafín Castellano ya apunta algunos cargos y órganos. «Que el alcalde sea batle, que la junta de gobierno local pase a ser el consell de govern municipal o consell de la vila, que el teniente de alcalde pase a decirse conseller en cap o cap de consell de govern… Todo eso me parece bien. Sin embargo, tal vez el concejal o regidor no puede recuperar el nombre antiguo de jurat porque a lo mejor entraña alguna contradicción con los jurados de la Justicia. Por eso, todo se ha de ver con calma», precisa.
Castellano: «Es más genuino»
La voluntad del conseller por pilotar esta segunda transición de la onomástica foral parece inequívoca. «Lo iremos introduciendo poco a poco. Porque es un tema importante desde el punto de vista identitario y es más coherente» recuperar los nombres legados por aquel Reino de Valencia independiente entre 1238 y 1707 (aunque formalmente el Regne de València se mantuvo como entidad hasta la división provincial de 1833). El calado del cambio todavía no se conoce, aunque tienen visos de quedarse en el cajón aquellos nombres y cargos que se adapten peor. Lo que sí garantiza Castellano es que quiere contar en este proyecto con el resto de grupos para que los cambios tengan una incidencia real. «Así, si se entra de una forma consensuada, esto será una cosa de todos», añade el conseller. «Se hizo en las instituciones de la Generalitat y ahora toca ir avanzando en la onomástica municipal», recalca. El titular de Gobernación baraja varias opciones para implantar estos cambios una vez estén decididos. «Puede aprobarse una modificación de la Ley de Bases del Régimen Local, o tal vez se haga mediante una ley de acompañamiento o un decreto de desarrollo», asegura.
De l´«escribà» a la «Junta de Murs e Valls»
La iniciativa política de Serafín Castellano —«que no cuesta un duro», como destaca él mismo— recoge la petición formulada hace unos meses por Vicent Franch, impulsor del recién creado Grup d´Estudis Foralistes. Franch también proponía otros cambios. Por ejemplo: que el ayuntamiento se llame «casa de la vila». Que el pleno recupere el poético «cor de la vila». Que la Concejalía de Urbanismo cambie a la antigua «Junta de murs e valls». Que no exista secretario municipal sino «escribà de cartes», que el interventor recupere la denominación de «mostassaf» o que el recaudador de impuestos vuelva a llamarse «peiter». Y, sin complejos, que las leyes autonómicas se llamen «furs», y el Estatut «Fur General».
Fuente: Paco Cerdà - Levante - EMV
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