Libros cruzados. Si paseando encuentra un libro abandonado, quizá este delante de una obra «bookcrossing». En cuantro años se han liberado más de 130 libros sólo en la capital.
Si un día paseando, en un banco, un bar, una biblioteca o en la parada del bus encuentra un libro aparentemente abandonado, quizá este delante de uno de los libros liberados del bookcrossing. Cójalo sin miedo, busque en él el número BCID e introduzcalo en la página web. A partir de ese momento, el libro es oficialmente suyo, ahora sólo tendrá que leerlo e, inmediatamente, liberarlo para que otros puedan disfrutar de él.
Este es el funcionamiento básico del bookcrossing, una nueva manera de cruzar libros. En toda España hay 622 puntos oficiales donde dejar las obras, además de cualquier lugar púbico. En concreto, en la Comunitat Valenciana hay 52 repartidos en las tres provincias: 10 en Castelló, 13 en Alicante y 29 en Valencia. Los diez puntos de la provincia de Castelló se distribuyen entre la capital, Vinaròs, Benicàssim, Nules y Segorbe.
El bookcrossing es la práctica de dejar libros en lugares públicos para que los recojan otros lectores que, después de leerlos deberán hacer lo mismo. Algunos expertos ya lo han definido como una forma de convertir el mundo en una biblioteca global, y gratuita.
El profesor de Literatura del colegio San Cristóbal de Castelló, Juan Carlos Martínez, fue el impulsor de traer a Castelló un punto oficial del bookcrossing. Fue hace cuatro años y, desde entonces, se han liberado entre 120 y 130 libros. Cabe señalar que Martínez ya venía experimentado. Trabajó durante años en la biblioteca pública de l´ Eliana donde se liberaron alrededor de 1.500 libros.
Cómo «liberar»
Para «liberar» un libro hay que registrarlo en la página web oficial (www.bookcrossing-spain.com) y conseguir un BCID, esto es, el número de identificación de BookCrossing, que será el que identifique el ejemplar en la base de datos del sistema. Este número de registro se tendrá que inscribir en en el interior de la cubierta del libro, o bien en una etiqueta en la que se pide a la persona que lo encuentre que entre en la web y remita un pequeño apunte para notificar el hallazgo. Finalmente, el libro se tendrá que volver a liberar una vez leído.
En el caso del colegio San Cristóbal, los libros se consiguieron gracias a varias donaciones de profesores y alumnos. Martínez fue el encargado de dotar a cada obra de un BCID y quedaron depositados en la entrada del colegio (ahora han cambiado de ubicación y están en la biblioteca). Allí puede ir quien quiera y coger uno de los libros aunque lo «bonito» de este juego es, según palabras del propio profesor, «la sorpresa de encontrarte el libro por la calle». «La única función del punto oficial es saber que allí siempre habrá alguna novela», añade Martínez.
El profesor apunta que se liberan todo tipo de libros, desde best-sellers como el Código da Vinci «con una excelente encuadernación» a libros más especializados como La conducta de los animales. «En el caso de este último me lo pidió un estudiante de Veterinaria que no consiguió encontrarlo en ninguna librería. Esto es una muestra también de la utilidad que tiene el bookcrossing».
Los lugares más comunes donde se suelen dejar son los cajeros automáticos, los bancos de los parques, las paradas de autobús y el Café de Flandes de Castelló donde, a pesar de que no es un punto oficial, «también hay movimiento», comenta Martínez.
Para poder seguir el rastro del libro, antes de ser liberado de nuevo hay que dejar una inscripción en la página web diciendo en qué lugar y a qué hora se dejará. De esta manera, quien esté interesado en algún título puede ir ´a la caza´ (apartado de la web en la que se puede consultar dónde está el libro). No obstante, tal como asegura el profesor, «es difícil que el libro permanezca mucho tiempo en el lugar dejado. Lo más fácil es que cuando llegues ya no esté».
Otra manera de dejar libros es en los viajes. Juan Carlos Martínez confiesa que cuando sale de viaje siempre se lleva algún libro para dejarlo en la ciudad que visita, ya sea en España o en el extranjero. De esta manera, libros como El semental de Jackie Collins se liberó en Valencia y ha estado en Alemania, Argentina y ha vuelto de regreso a Europa.
Los lugares más comunes donde se suelen dejar son los cajeros automáticos, los bancos de los parques, las paradas de autobús y el Café de Flandes de Castelló donde, a pesar de que no es un punto oficial, «también hay movimiento», comenta Martínez.
Para poder seguir el rastro del libro, antes de ser liberado de nuevo hay que dejar una inscripción en la página web diciendo en qué lugar y a qué hora se dejará. De esta manera, quien esté interesado en algún título puede ir ´a la caza´ (apartado de la web en la que se puede consultar dónde está el libro). No obstante, tal como asegura el profesor, «es difícil que el libro permanezca mucho tiempo en el lugar dejado. Lo más fácil es que cuando llegues ya no esté».
Otra manera de dejar libros es en los viajes. Juan Carlos Martínez confiesa que cuando sale de viaje siempre se lleva algún libro para dejarlo en la ciudad que visita, ya sea en España o en el extranjero. De esta manera, libros como El semental de Jackie Collins se liberó en Valencia y ha estado en Alemania, Argentina y ha vuelto de regreso a Europa.
Además de los 1.500 libros que Martínez liberó en la biblioteca de l´Eliana y otros centenares en el colegio San Cristóbal de Castelló, el profesor también ha liberado obras personales. «Los motivos por los que se liberan los libros son muy variados, desde hacer espacio en su propia biblioteca, hasta deshacerse de obras que no se van a releer, pasando por el simple hecho de querer compartir una obra que ha gustado de manera especial», explica.
La idea del bookcrossing surgió en Estados Unidos en 2001. Ron Hornbaker fue su inventor. Tomó como base la Where´s George?, una página web para seguir el recorrido de los billetes, en concreto, los dólares. Hornbaker concibió la posibilidad de que seguir el rastro también de los libros. No obstante, la iniciativa no estuvo exenta de polémica y, en el año 2003, BookCrossing fue criticado por la autora Jessica Adams quien aseguró que, con este método, se estaban devaluando los libros y se reducían los derechos de autor, y con ello la remuneración de sus autores. No obstante, los usuarios de BookCrossing defienden que la web «anima a los lectores a descubrir autores y géneros que no habían leído antes y que se consigue enganchar a más gente al hábito de la lectura y que incluso cuando leen un libro que les gusta, compran más ejemplares para distribuirlos».
Ahora mismo hay 918.220 BookCrossers y 7.876.025 libros viajando por 132 países. Además, España está entre los diez países donde más se practica: EEUU (29%), Alemania (16%), Reino Unido (13%), Países Bajos (11%), Finlandia (10%), Canadá (8%), Australia (5%), Francia (4%), Portugal (3%) y España (1%).
Desgraciadamente, en la comarca del Alto Palancia, el número de beceros activos es demasiado bajo para poder realizar actividades de grupo, pese a la Zona Oficial abierta por la Biblioteca de Segorbe a principios de año.
Desgraciadamente, en la comarca del Alto Palancia, el número de beceros activos es demasiado bajo para poder realizar actividades de grupo, pese a la Zona Oficial abierta por la Biblioteca de Segorbe a principios de año.
Fuente: Levante-EMV 10-03-2011
Fotos: Palantino (Becero activo del Alto Palancia)
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