Tendrá lugar el próximo sábado 24 de septiembre a las 19 horas en el paraje de “La Mina”, organizadas por el Club de Lectura de Castellnovo, y contará con la presencia del autor, Rafael Martín Artíguez
El Club de lectura de Castellnovo, “El Olmo”, ha organizado para el próximo sábado 24 de septiembre a las 19 horas en el paraje de “La Mina” una charla coloquio con el segorbino, Rafael Martín Artíguez donde dará a conocer su primea novela histórica, “Las memorias del Infante Fortuna”, ambientada en la ciudad de Segorbe y la comarca del Alto Palancia, ganadora de los Terceros Premios literarios Villa de Jérica.
El argumento de esta historia se desarrolla en el último tercio del siglo XV centrándose en los sucesos ocurridos durante la denominada Guerra de los Tres Meses, entre el Duque de Segorbe, Enrique de Aragón y Pimentel (el Infante Fortuna), y la población de la ciudad por la oposición de los segorbinos a depender de un señor feudal.
Segorbe era por aquellos tiempos una de las ciudades más importantes del Reino de Valencia, y su Concejo había comprado en diversas ocasiones el derecho de pertenencia directa a la Corona, sin embargo, siempre habían visto sus pobladores como eran repetidamente engañados por los mismos reyes en quienes habían depositado su confianza, quienes, sin tener en cuenta sus derechos, regalaban con ligereza el señorío de su villa y tierras a distintos familiares de los monarcas.
Ya en 1435 dejó de formar parte del patrimonio real, pues Alfonso V de Aragón se la cedió al Infante Enrique, padre del que nos ocupa, como compensación a los territorios perdidos por éste en Castilla, algo que los segorbinos no vieron con mucho gusto ni alegría. En 1459, Juan II de Aragón, el Grande, otorgó a la villa el título de ciudad Ducal, recayendo el título de primer Conde a Enrique de Aragón y Pimentel, el conocido como Infante Fortuna, que entonces contaba con la fresca e inexperta edad de tan sólo catorce años, por lo que no pudo imponerse sobre los deseos populares, pero pocos años más tarde fue Fernando II de Aragón, el Católico, quien devolvería los estados de Segorbe al mismo Infante Fortuna, quien por más detalle era su primo, y éste decidió tomar cartas definitivas en el asunto y poner punto final a la oposición de la ciudad a su mandato, lo que nos lleva al momento justo que se narra en la novela.
A pesar de la resistencia de los vecinos, con varias escaramuzas y algunas muertes por ambos bandos, Segorbe capituló finalmente y el duque tomó posesión de su señorío, lo que no evitó que siguieran los asesinatos en ambos partidos, creando un ambiente de tensión y miedo que podía desencadenar, si no se actuaba con sumo cuidado y destreza, en otra revuelta de peores consecuencias, sin embargo, y aquí salimos de lo propiamente histórico para penetrar en lo propiamente novelesco, entre tanto odio, surge el amor ya que el Duque se queda prendado de un joven musulmana, Muyein, lo que será el desencadenante inesperado del final.
En la novela, el narrador es el propio Infante, quien no sólo va descubriendo sus sentimientos más recónditos, sino que, además, va describiendo la ciudad antigua, con sus estrechas calles y sus edificios más relevantes, como la Catedral, las murallas, las distintas puertas, el castillo del Cerro de la Estrella, calles y construcciones que, en mayor o menor proporción y mejor o peor estado, todavía pueden verse en un paseo por el Segorbe actual, pero incluso va más allá y nos hace referencias a los pueblos y villas del valle o cercanos a éste, como Almonacid, Altura, Bejís, Castellnovo, Caudiel, Geldo, Navajas, Novaliches, Viver… Y no podía falta las referencias a la vida y costumbre de los segorbinos de la época, sus comidas, sus comercios, su organización social, incluso algunas leyedas populares, que el autor integra dentro de la novela…
Cuando Enrique de Aragón logra alcanzar el poder, debe ejercer éste de forma justa, pero con mano dura, premiar a quienes le fueron fieles y castigar ejemplarmente a aquellos que se le opusieron, lo que le lleva a cometer contradicciones que minan su poca popularidad entre el pueblo. Realmente el problema no había acabado con la victoria y la rendición de la ciudad, pues dentro de sus murallas continuaba el odio entre las dos facciones enfrentadas: los afines al duque y los partidarios de la pertenencia a la Corona, apareciendo diversos cadáveres por ambos bandos, lo cual complicaba el acertar con lo que es realmente justo.
Y frente a un panorama tan tenso y cargado de odio, el aporte de ficción de la novela proporciona el condimento necesario para darle el contrapunto y la estabilidad necesaria, el amor enfrentado al rencor
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