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jueves, 3 de marzo de 2022

PORTACELI CUMPLIRÁ EN 2022 LOS 750 AÑOS DE EXISTENCIA

Para conmemorar tamaña efeméride, los especialistas de las vicisitudes de las cartujas valencianas más reconocidos internacionalmente –con el vistobueno del actual prior de la casa- están organizando un congreso para noviembre que pondrá  en valor las innegables bondades de la fundación valenciana.


Durante 2022 la cartuja de Portaceli (Serra) cumplirá 750 años de existencia y -como desde un lejano 6 de noviembre de 1272 en qué fue fundada por fray Andreu Albalat como tercer obispo de València y su capítulo catedralicio- sigue en activo al fin que fue creada: acoger una comunidad de cartujanos, orden monástica de clausura fundado en el siglo XI por Bruno de Colonia a los pies de los Alpes franceses.

Ninguna otra institución valenciana, -salvo la sede episcopal de València- ha demostrado una pervivencia tan prolongada a lo largo de la historia desde el Antiguo Reino hasta nuestros días. Una institución viva que solo dejó de servir para lo que fue creada entre 1835 y 1944, a raíz de los efectos de la desamortización. Salvo ese interludio en que tuvo otros usos hasta que fue adquirida por la Diputación Provincial de València y cedida sine die a los cartujanos, sus herederos naturales, mientras lo habitaron, Portaceli –hoy la decana de las fundaciones de la regla en la península ibérica y las islas Baleares- se erige como uno de los pocos testigos de la espiritualidad, arte, arquitectura, historia y cultura que el pueblo valenciano ha sido capaz de generar a lo largo de su larga trayectoria. No en balde sus viejos muros concentran los avatares de la sociedad valenciana y, fuera de ellos, excepcionales piezas de escultura, miniatura, orfebrería, pintura o documentación se exponen y custodian en no pocos museos, colecciones y archivos (inter)nacionales para sorpresa del visitante y goce del especialista.

Por si no fuera suficiente con lo que se ha referido, la cartuja de Serra, a los pies de la Calderona en un paraje excepcional desde el punto de vista paisajístico, aconteció ser un puntal en la Europa bajo-medieval cuando ésta se zarandeó por el Cisma de Occidente y el Compromíso de Caspe. De ella salieron dos de los electores en el cónclave sucesorio (el uno valenciano y el otro aragonés) y los dos únicos generales españoles (uno de Valencia ciudad y el otro saguntino) que han gobernado la orden, primero escindida y más tarde unificada, indistintamente desde Valldecrist (Altura) como desde Saint-Pierre-de-Chartreux donde está la Gran Cartuja. Un escenario diplomático de alto nivel que tampoco se acaba de entender sin tener en cuenta a Benedicto XIII, más conocido como el papa Luna.

Aquel periodo de esplendor entre 1396 y 1463, es decir la fecha del ingreso como conventual de Bonifacio Ferrer y la del traspaso de Francisco Maresme, precisamente cuando València y su reino empiezan a sobresalir en el plano socio-económico y cultural dentro de la Corona de Aragón, nunca fue igualado con posterioridad, a pesar de que entre sus muros seguían concentrándose religiosos notables –muchos de ellos bachilleres y doctores formados en las universidades europeas líderes del momento- y algunas de las mejores obras del arte valenciano en cualquier de sus facetas.

Para conmemorar esta efeméride (que no pretende competir ni con el año Joan Fuster ni con el 40.º cumpleaños del Estatuto de Autonomía, por ejemplo), algunos de los especialistas en las vicisitudes de las cartujas valencianas más reconocidos internacionalmente: Francisco Fuster Serra, en cuanto a Portaceli, Josep-Marí Gómez Lozano, respecto a Valldecrist, y Albert Ferrer Orts para Aracristi –con el visto y aprobado del actual prior de la casa del Camp de Túria- están organizando un congreso que los días 9, 10, 11 y 12 de noviembre próximos pondrán en valor las innegables bondades de la fundación valenciana y lo haga con plenas garantías de éxito. 

La Universitat de València, a través de la Facultad de Geografía e Historia y del Departamento de Historia del Arte, ya ha dado un primer paso al ofrecernos toda la infraestructura necesaria para el desarrollo del importante acontecimiento. Aun así, se espera todavía a que la Diputación de València, a través de su presidente, reciba, facilite y dé su espaldarazo y la ayuda económica necesaria (puesto que de momento, solo se han comprometido a publicar un pequeño estudio divulgativo desde el área de Cultura) para llevar adelante el mismo.

Más de una veintena de especialistas de varias instituciones y universidades valencianas y otras latitudes del estado ya han confirmado su presencia y menciones en sus investigaciones, y sólo resta la respuesta de invitar a otras del extranjero cuando haya un compromiso firme por parte de la autoridad política competente. Y aunque hace más quien quiere que quién puede, no es menos cierto que si de los impuestos d todos se nutren las arcas del Ayuntamiento de ayuntamientos para redistribuirlos en inversiones imprescindibles de ámbito local, bono será que -para una ocasión tan extraordinaria como esta- sus máximos responsables tengan verdadera altura de miras y acompañen como es debido el esfuerzo titánico que durante décadas han realizado gratis te amore (o, si se quiere, por amor al arte) particulares y asociaciones cívicas para dignificar el poso cultural que heredaremos todos juntos de nuestros antepasados.

Justo es decir, en este sentido y como conclusión, que las mejores monografías y actas sobre las cartujas valencianas se han publicado desde el 2003 en adelante –tanto en valenciano como en castellano- por la Universidad de Salzburgo y no en la Comunidad Valenciana. Un detalle más que evidencia la orfandad en que los historiadores de ésta faceta de la historia se han encontrado a menudo ante el desinterés de los representantes electos. Algo que todavía se está a tiempo de revertir de una vez para beneficio de todo el mundo, en definitiva de valencianas y valencianos. Parafraseando el famoso dicho apócrifo francesa: Portaceli bien vale una misa.

Fuente: Albert Ferrer Orts - El Meridià

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