El comité organizador del rally pide a Medio Ambiente los informes que permitieron celebrar la etapa ciclista con una flota motorizada de mil vehículos

Además de los equipos, el parque móvil de la Vuelta a España constó este año de 5 autobuses, 22 camiones, 57 trailers , 70 furgonetas, más de 200 motos y 600 coches: todo un ejército motorizado que necesita más de 330.000 litros de combustible para desempeñar su trabajo, principalmente montar la salida y la meta, para lo cual necesitan a 130 personas que instalen 4.000 vallas metálicas. Un circo gigantesco, monumental, al lado de la modesta estructura que acompaña a la Subida al Garbí. Por cierto, la Diputación de València, propietaria de la carretera, la reasfaltó este año.
Más allá de los agravios comparativos, el comité que organiza la prueba automovilística encuentra suficientes argumentos legales para su celebración. El año pasado, la Conselleria de Medio Ambiente no permitió la salida por una orden autonómica de 2010, con una moratoria que expiraba en 2015. Pese a las protestas de la Escudería Bengala y la Federación de Automovilismo de la Comunitat Valenciana, principales organizadores de la prueba, no se celebró.
La localidad de Serra también mostró su disconformidad. Por una parte, consideraba que el rally no producía ningún daño al parque natural y, por otro, se lamentaba de las consecuencias de su anulación. Hay que tener en cuenta que la Subida al Garbí tiene un relevante impacto económico en la zona.
Al dimitido alcalde de Serra, Javier Arnal, se unieron en su defensa la entonces diputada autonómica del PSPV Mercedes Caballero y el director general de deportes de la Generalitat Valenciana, Josep Miquel Moya.
Fuente: J.M.Bort - Levante EMV
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