La Guardia Civil destruye un depósito de municiones de la guerra civil hallado en El Toro. Otro hallazgo más este año de un conflicto muy presente en esta zona.
La Guardia Civil ha localizado en El Toro un depósito de municiones de la
guerra civil en muy malas condiciones de conservación, por lo que ha
procedido a su destrucción controlada. Según ha informado el instituto
armado, un valenciano alertó a través de una llamada sobre la existencia
de dos granadas de mano y diversa cartuchería metálica en un paraje de
la citada localidad.
Rápidamente se desplazaron al lugar especialistas en desactivación de explosivos, que cuando llegaron comprobaron la existencia de varias bolsas semienterradas que contenían en su interior 15 proyectiles de artillería, 18 granadas de mortero, 22 granadas de mano, 18 cargas multiplicadoras, 5 espoletas y 35 kilogramos de diversa cartuchería de fusil de diversos calibres, todo ello de la
guerra civil.
Dado su mal estado de conservación y el peligro que suponían para los ciudadanos que transitaran por el lugar, los agentes acordonaron la zona y procedieron a su destrucción controlada en la tarde del jueves. En lo que va de año la Guardia Civil
ha desactivado 137 municiones de diversos modelos y calibres.
Una guerra muy presente en esta sierra fronteriza entre Teruel y Castellón.
Pero no es la primera vez que este año se hace patente el recuerdo del conflicto bélico del siglo pasado en la Sierra del Toro. Es en torno al Cerro de La Salada un lugar en el que la Guerra Civil todavía está presente, pues bajo ella existe un autentico Valle de los Caídos silenciado por 70 años de olvido forzoso y desidia, tal y como publicaba recientemente un artículo de la revista Interviu, en un artículo firmado por Juan José Fernández y documentado por José Jordán y Jonny Bonet, que ahora retomamos aquí en parte.
Soldados de los dos bandos yacen a medio enterrar entre las trincheras |
Por allí pasaba la línea XYZ, con la que la República defendió Valencia en una de las batallas más terribles y desconocidas de la Guerra Civil. Los restos de miles de hombres que combatieron allí permanecen en la zona sin una sepultura digna. Los restos de uno de ellos afloraron a la superficie recientemente y llamaron la atención de los medios de comunicación.
Aquel soldado desconocido de España no yacía en un monumento, sino bajo cuatro dedos de turba en una ladera de la Sierra de El Toro, entre Teruel y Castellón. Las hojas secas y el musgo de siete decenios no han tapado del todo su osamenta. Están al aire su cadera, algunas vértebras lumbares y una costilla. un borde muy blanco de su cresta iliaca chilla al sol. Este soldado sin nombre no tuvo la gloria de ser retratado por Robert Capa; no ha sido hasta 74 años después que lo ha mirado la cámara de un periodista. El tamaño de su esqueleto lo delata como varón de no más de 20 años. El tiempo se ha comido su uniforme, dejando mondas las balas que llevaba en la cintura. Caído al pie de un parapeto, se diría que murió intentando tomarlo. Por la munición se sabe que era combatiente franquista. Pero pudo ser también un republicano.
Al lado de donde yace, más allá del corral de Panpasiempre, se levanta el pico de La Salada, entre las sierras de Javalambre Y Espadán. Allí a 1.500 metros de altitud, en el verano de 1938 se libraron algunos de los más duros combates de la Guerra Civil, en el marco de la batalla de Levante, en la que Franco perdió 20.000 hombres, y la República 4.000. Frente a frente, tropas africanas, falangistas y soldados regulares del General Aranda contra varias divisiones de la República organizadas en un inexpugnable sisteme defensivo, la línea XYZ, por el coronel Matallana. Los días 22 y 23 de julio de 1938 los más sangrientos en La Salada, y enfrente, en Peña Juliana, un agreste matadero, enclave tomado sucesivas veces por los dos bandos con cientos de bajas en cada asalto.
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