"Misterios de la Fe" es el documental de Netflix que da visibilidad a la desconocida peregrinación relacionada con el Santo Grial como alternativa al Camino de Santiago, y que transcurre por un centenar de pueblos entre Aragón y la Comunidad Valenciana, especialmente del Alto Palancia, Camp de Morvedre y l'Horta Nord.
Los 650 km que separan Somport de Valencia protagonizan parte de una nueva serie documental que puede verse en Netflix. «Misterios de la Fe» muestra una alternativa al reconocido Camino de Santiago: el Camino del Grial. Se trata de una peregrinación que acaba en la Catedral de València, donde en una capilla se custodia el reconocido como Santo Cáliz que la Iglesia defiende que usó Jesucristo en la Última Cena.
La valenciana Cristina Monzón y el argentino Alejandro Martínez Notte son youtubers y bloggers de viajes y, movidos por la curiosidad de ella a raíz de una conferencia de la doctora Ana Mafé —que ha buscado evidencias científicas sobre el Santo Cáliz— decidieron ir a los orígenes de la historia. Al compartir contenido en sus redes —con autofinanciación y ayuda de un pequeño crowdfounding—, un día recibieron la llamada de una productora extranjera, con quienes hicieron varias entrevistas en Zoom y, posteriormente, grabaron en Huesca y Valencia.
Después, les llegó la sorpresa cuando les llamaron para anunciarles la fecha de emisión de los capítulos y les comunicaron que era en la plataforma Netflix, y que serían los embajadores de esta ruta espiritual que recorre desde los Pirineos de Huesca hasta el Mediterráneo valenciano un centenar de municipios de Huesca, Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia.
«Misterios de la Fe» explora la historia de cuatro reliquias sagradas, como son la corona de espinas de Cristo de la catedral de Notre Dame, la Vera Cruz, la Santa Faz y, por supuesto, el Santo Cáliz de Valencia y su nueva ruta de peregrinación El Camino del Santo Grial. En solo unos días después de su estreno el 8 de noviembre, la serie ya figuraba en el top 10 de las series más vistas, lo que ha permitido llevar la historia del Santo Grial, Aragón y la Comunidad Valenciana a los hogares de millones de personas.
A diferencia de la del Camino de Santiago, es una ruta «en zigzag», no en línea recta, y transcurre por los sitios en los que se tiene constancia del paso de la reliquia, no rememora una peregrinación medieval. La catedral de Jaca, el Monasterio de San Juan de la Peña, el Castillo de Loarre o el Palacio de la Aljafería en Zaragoza son algunas de las paradas en tierras aragonesas.
Esta ruta emula los supuestos pasos que la reliquia más buscada de todo el Medievo occidental siguió, desde su salida de Roma en el año 258 d.C. hasta su llegada a la catedral de Valencia en 1437. Cuenta la tradición cristiana respaldada durante más de dos mil años, que San Pedro llevó la santa copa a Roma y que, posteriormente, en el siglo III, fue trasladada a Huesca (Hispania) gracias a la intervención de San Lorenzo, mano derecha del Papa, quien la protegió del saqueo romano. Con la llegada de los sarracenos a Hispania, el cáliz tuvo que ocultarse en cuevas y ermitas remotas del Alto Aragón. Desde el siglo XI, la reliquia descansó en el impenetrable monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca. En 1399, el Rey Martín el Humano la reclamó y la trasladó al Palacio de la Aljafería en Zaragoza. Posteriormente, debido al renacimiento cultural y económico de Valencia, la capitalidad de la Corona se trasladó a la ciudad del Turia. Alfonso el Magnánimo entregó la sagrada reliquia como prenda a la catedral de Valencia a cambio de una suma considerable de dinero, necesaria para financiar sus guerras. Dado que el préstamo no fue devuelto ni por el rey ni por sus descendientes, la reliquia ha permanecido bajo la custodia de la catedral de Valencia hasta el día de hoy. Cabe recordar que Valencia se prepara para ser en 2025 ciudad jubilar, efeméride que se celebra a perpetuidad cada cinco años.
Los protagonistas defienden que el Camino del Santo Grial podría ser motor económico a través de un turismo sostenible —slow y green—, y una oportunidad única de descubrir el patrimonio de Aragón y la Comunitat Valenciana, a paso lento, desde una mirada consciente y respetuosa con el medio ambiente.
También es un apoyo a la «España vaciada», pues discurre por muchos pueblos y aldeas que ahora mismo no tienen posibilidad de supervivencia, y donde esperan esta ruta se convirtiera en un camino de peregrinación, pues podría ser una oportunidad para ellos, emulando el éxito del Camino de Santiago.
Y es que más que competencia del camino gallego, el de Huesca a Valencia puede sumarse a este, presentando a España como destino de turismo religioso o de aventureros que quieran tener una experiencia espiritual, en conexión con la naturaleza, la historia y el patrimonio.
Monzón y Martínez aseguran que el paisaje es maravilloso y espectacular, bajando desde los Pirineos hasta tocar el mar, pasando por campos de cereales, viñedos y naranjos. No obstante, piden que se visibilice y se impulse, pues aún es muy desconocido. Falta todavía que se ejecute la señalización de todos los tramos y un poco de amor patrio para defenderlo. Y también que los pueblos conozcan el relato, porque muchas veces la gente local desconocen la propia existencia del proyecto que pasa por su pueblo, pese a ser una historia conocida internacionalmente.
El documental ya está generando respuesta, pues ya se han recibido comentarios desde Europa y América.
Fuente: Miriam Bouialii
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