Por Jose Manuel González de la Cuesta
Un año más Castellón ha llegado a Fitur con las maletas cargadas de humo, y ya saben ustedes lo que sucede cuando el envase que contiene un gas se abre: que se expande y se diluye en la atmosfera. Menos mal que el humo turístico provincial es inocuo, solamente se perderá por las alturas del palacio de congresos donde se celebra la feria, hasta su desaparición. Lo triste es que una provincia con el potencial que tiene Castellón, no sea capaz, año tras año, de presentar una oferta turística sólida y atractiva, que consiga atraer visitantes de calidad, no estacionales y que busquen algo más que sol y playa.
¿Por qué las instituciones provinciales venden humo? Es muy complejo responder a esta pregunta, aunque en los últimos años se ha asociado en exceso desarrollo turístico con especulación inmobiliaria, como no podía ser de otra manera en la Comunidad Valenciana. Los campos de golf, que nunca llegan, han estado ligados a grandes proyectos urbanísticos, con el tufo de la corrupción inevitablemente planeando sobre ellos, que se han postergado años y años por las dificultades de sostenibilidad que encerraban, hasta que la burbuja de la especulación inmobiliaria ha pinchado, y ya no hay campos de golf, ni nadie se replantea retomar este reclamo turístico deportivo, asociándolo a un turismo de calidad no residencial.
Una de las propuestas estrella de la provincia es el aeropuerto. Otro pufo más, producto de la megalomanía de algunos políticos, unido, también, a proyectos inmobiliarios, algunos de ellos ya en el cajón del olvido. Es un aeropuerto que se ha tratado de sustentar en el trinomio: sol, playa y ladrillo, que se está revelando económicamente desatinado, hasta el punto de que ya se sabe deficitario antes de su inauguración, lo que está provocando que los actores implicados en su gestión económica: Generalitat Valenciana y Concesiones Aeroportuarias, están dando marcha atrás en sus compromisos. Con este panorama económico, sin fecha de apertura, con las compañías aéreas que no acaban de comprometerse para operar, y con los grandes operadores turísticos mirando hacia otros destinos, la Diputación de Castellón se presenta en Fitur con el Aeropuerto de Castellón como su gran baza para el turismo provincial.
¿Pero la gran baza para qué? Con el modelo de playa y sol en vías de agotamiento por la alta competencia de otros lugares; con el fiasco de los grandes parques temáticos, que iban a convertir la provincia en una Disneylandia del ocio y la diversión, y que como por arte de magia (debe ser ésta la gran contribución de Mundo Ilusión) han desaparecido del horizonte castellonense, quizá porque también iban en matrimonio con la especulación inmobiliaria; con una oferta cultural y gastronómica más que mediocre (salvo excepciones muy puntuales en el tiempo y el espacio); y el alto potencial del turismo de interior desaprovechado, cuando no abandonado por los gobernantes actuales, da la sensación de estar construyendo la casa por el tejado.
Y para muestra, el botón que ofreció el presidente de la Generalitat, que se giró hacia otro lado cuando visitaba los municipios representados de la provincia de Castellón, dejando plantados a muchos alcaldes y causando un malestar generalizado al no pasar por todos los estands... Y es que, tras realizar la visita a los municipios del interior de la provincia, entre ellos al expositor de la Mancomunidad Espadán-Mijares y Segorbe, justo al llegar a la altura de la Vall d´Uixó, al president lo requirieron en el stand de al lado, de otra provincia, desapareciendo ante la mirada atónita de alcaldes, ediles y representantes (entre ellos los de Vila-real, Vall d´Uixó, Burriana, Benicarló, Vinaròs o Nules), que esperaban con la mejor de sus sonrisas la visita de Camps.
En definitiva, urge un replanteamiento de toda la política turística provincial, para saber primero qué es lo que se quiere y segundo qué hace falta para conseguirlo. Abandonar las megalomanías políticas, los intereses electoralistas y las uniones de hecho con la especulación inmobiliaria, para sentarse a debatir entre todos los sectores implicados: empresarios, expertos, agentes sociales, instituciones, políticos, intelectuales, etc. Sólo así podremos darle sentido o no al aeropuerto, e ir a Fitur con la maleta cargada de sólidos proyectos.
Publicado en Levante EMV el 21/01/2011 - N. Soriano y J. Díez
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