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jueves, 8 de junio de 2017

JÉRICA CELEBRÓ AYER SU FERIA DE VALLADA

Esta feria se sigue celebrando en varios pueblos de la comarca, aunque sólo Jérica sigue manteniendo el día que fijó Juan I de Aragón para su celebración en 1385

El miércoles siguiente a la fiesta de Pentecostes, en la que se festeja el quincuagésimo día después de la Pascua y que pone fin a la misma, es un día señalado para los vecinos de Jérica, que anualmente celebran tal día como hoy la ancestral feria de la Vallada. 

Y es que los vecinos de Jérica celebraron ayer la feria de la Vallada, de origen medieval, al igual que hacen todos los años cada miércoles después de Pentecostés. La feria se ubicó en la plaza de la Libertad para que pequeños y mayores disfruten, por un día, de juguetes y dulces típicos. 

Tras la salida del colegio, los más pequeños no dudan en acudir con sus familiares a que les “ferien” algún juguete, siendo un año más las pistolas de agua el juego más demandado por los jóvenes jericanos, para aliviar las altas temperaturas del día. Por su parte, los mayores han disfrutado con los puestos de dulces y turrones de Benlloch y aprovecharon para comprar planteles, cuchillos y marroquinería. Y al llegar la noche, y como manda la tradición, las cuadrillas de amigos y familias salieron de cena para celebrar esta jornada.

Según se extrae de la Historia de Xérica de Francisco del Vayo, corría el año 1385, cuando el síndico de Jérica, Pedro Gabarda, estando en Líria resolviendo unos asuntos de censales para el pasaje a Sicilia del infante D. Martín, aprovechó para suplicarle, y éste le concedió, el privilegio de tener un día a la semana mercado y el miércoles siguiente a la Pascua de Pentecostés, o Granada, una feria anual, en Jérica, así como el lunes y martes anteriores en otros lugares de su antigua Tenencia.

El hecho de que tanto el mercado como la feria fuesen dados por el Señor de Jérica (D. Martín el Humano, rey de Aragón diez años después), suponía que corría a su cargo la protección de los feriantes y de sus mercaderías, tanto al venir como estando en la feria y al marcharse.

Este privilegio fue dado en Líria a 2 de junio de 1385 y ratificado después por el entonces rey D. Juan, su hermano. Dicho documento se conservaba en el archivo del Ayuntamiento de Jérica, hasta 1936.

En esta concesión del mercado y feria el Infante hizo una regalía que consistía en que los jericanos asistentes con sus productos a dichas ferias y mercados estaban exentos al pago de almodinaje (impuesto por la venta de cereales y otras mercancías), que sí que tenían que pagar los feriantes foráneos. Dicho almodinaje consistía en que cada caíz de trigo se pagaban seis dineros, de lino por cada arroba, tres dineros; de congrio, cáñamo, fierro, acero, lana, queso y miel, de cada arroba, dos dineros; de aceite al menudo, dos dineros por carga, y por arrobas, un dinero por cada una; de lienzo, margas, sayal, mandiles y otras cosas de esta calidad, de cuatro varas hasta seis, tres miajas y de seis varas para arriba, dos dineros; de cántaros , ollas, escudillas de barro y otras cosas de esta calidad, por cada carga dos dineros; de pescado fresco o salado por arroba, tres dineros; de jabón, por arroba dos dineros; por cada carga de carbón, dos dineros; de una docena de esparteñas, un dinero; de cera, de cada arroba, dos dineros; de una arroba de grana, ocho dineros.

Dicho almodinaje no sólo era en la feria de Jérica, sino también en la que se celebraba el lunes de Pentecostés en los Mases de Albentosa y los martes en Pina de Montalgrao, ya que el entonces llamado "Término de Vallada" concedido a la Villa de Jérica por el Rey Jaime I en Sarrión a treinta de de marzo de 1254, llegaba por la zona de Aragón hasta el río de Albentosa, donde partía término con el concejo de Teruel. Posteriormente, el 4 de septiembre de 1255, Jaime I concede este señorío y término a su hijo Jaime de Jérica y a su madre Teresa Gil de Vidaurre. Cabe recordar, que existe una ermita dedicada a esta advocación mariana en término de Barracas, aunque siempre ha sido venerada por los vecinos de Pina.

Ante desavenecias con el consejo de Teruel, el propio rey D. Jaime I viene a ratificar el térmno y Dª Teresa Gil de Vidaurre sale desde Jérica, en una yegua blanca, a esperarlo a la rambla del Barruezo el 18 de junio de 1307.

En la actualidad, según nos consta tanto por los vecinos de Pina como los de los Mases de Albentosa, se siguen celebrando dichas ferias como fiestas muy importantes, sobre todo en los Mases, siendo la más importante del año, el día de Pentecostés y en Pina un domingo cercano.Solamente Jérica mantiene la feria en la misma fecha.

Eso sí, mucho ha cambiado el contenido de los puestos del mercado... En el primer tercio del siglo XX, aunque ya no llevaban ganado los feriantes, si que llevaban joyas, fregada y loza, tejidos y vestidos, incluso de novia, mantones de Manila, arreos de caballería y otros ganados, turrones, fotógrafos ambulantes y las consabidas atracciones infantiles (noria, caballitos, barcas...) y, por supuesto, era festivo.

Por aquellos años, en Jérica, como los muchos feriantes que llegaban no cabían en la plaza del mercado, (actual de D. Germán Monleón), colocaban las atracciones en la Cochera y los puestos en la Plaza del Ayuntamiento, lo que impedía que se celebrase el baile de la tarde en dicha plaza y se trasladaba con las "tarranglas" a la plaza de correos, (actual de Manuel Navarro y Maria Sanz).

En la actualidad, aparte de los juguetes y chucherías para los niños, siguen viniendo los talabarderos, los turroneros y los planteleros. Era costumbre este día, tanto el Ayuntaniento como los vecinos y visitantes, ir de merienda y comer una ensalada en la que no podían faltar los primeros tomates de la comarca, las cebollas y la "tonyina de sorra" (atún de ijada), costumbre que todavía mucha gente mantiene, aunque no sea festivo ni actúe la orquestina "Rondó".
Fuentes: Jérica.es / InfoPalancia.com 

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